Editorial

Las palabras ‘justicia’ y ‘violencia’ nunca pueden ir unidas. Son como el agua y el aceite, donde su unión es imposible. Lo que pasó en Jumilla el pasado sábado de madrugada con la riña tumultuaria que se saldó con la muerte de Kevin Morales por las graves heridas sufridas tras recibir varias puñaladas, es uno de esos hechos totalmente condenable, indeseable y más que reprobable. Se trata de algo triste que ha roto a su familia, amigos y allegados, eso no tiene discusión.
Ahora, la rabia, normal por otro lado, se ha apoderado de esos familiares, amigos y allegados que reclaman justicia, algo que corresponde administrar al Juzgado de Jumilla donde se está instruyendo la causa, donde en un tiempo record, ha tomado declaración a decenas de personas, testigos e implicados, y que de momento se ha saldado con 5 personas detenidas, de las que 3 han sido encarceladas ya y una que ha entrado en un centro de menores.

La Justicia está trabajando de la mano de la Guardia Civil y de la Policía Local y aunque nada de lo que se haga va a devolver la vida al malogrado joven, cuando pasa una desgracia de estas, lo siguiente es dejar actuar a los jueces para poder esclarecer los hechos.
La violencia de los últimos días no tiene defensión alguna, y las muchas razones que se pueden tener, se pierden con actitudes de este tipo, con una violencia fuera de todo lugar, insultos y destrozos totalmente vergonzantes.
No debe caber en ninguna cabeza que los miembros de las fuerzas de seguridad quisieran que pasara lo que pasó, y estamos convencidos que son los primeros que encierran su rabia por lo sucedido y que no pudieron evitar. Por eso, un llamamiento a la tranquilidad, a la cordura, y a la lógica, y que se deje trabajar a la Justicia sin violencia.