Jumillanos del Año 2020

Durante muchos días en los que duró la cuarentena, todos hemos salido emocionados a las ocho de la tarde a nuestros balcones, a dedicarles un sincero aplauso. Un aplauso y un agradecimiento por el gran esfuerzo que han hecho y siguen haciendo para luchar contra el coronavirus y, en la mayoría de los casos, estando faltos de medios humanos y materiales, lo que les ha ocasionado una impotencia enorme. Los profesionales de salud (médicos, enfermeros, todos los trabajadores de centros de salud y hospitales, así como farmacéuticos) han sido los grandes héroes de esta terrible crisis sanitaria.

No solo han ejercido su labor para la que fueron formados, sin mirar horas y turnos, si no que han tenido que ser familiares, amigos y acompañantes de todos los afectados por la enfermedad, ante la imposibilidad de tener con ellos a los suyos, para precisamente evitar más contagios. Y lo peor de todo, han tenido que vivir despedidas muy dolorosas y en soledad de los que nos han dejado. Pero ellos han estado ahí dándoles la mano.

Hay estudios que demuestran que los profesionales de la salud, son los que se han visto más afectados por problemas emocionales y de salud mental que la población en general, debido sobre todo a la sobrecarga de trabajo y la tensión en su labor profesional, además de al resto de consecuencias derivadas de la propia pandemia (confinamiento, distanciamiento social, etc.) A esto se ha unido el temor de infectar a compañeros, familiares o infectarse uno mismo. A pesar de todo, si preguntas a cualquier sanitario, posiblemente la mayoría volvería a hacer lo mismo que ha hecho en esta pandemia. Nada más hay que recordar las imágenes de emoción y lágrimas que todos hemos visto cuando se trasladaba a un enfermo de la UCI a planta o, lo mejor de todo, cuando era dado de alta.

Es lo que llama una profesión vocacional. Mil gracias por esa dedicación y por salvar la vida a miles y miles de personas.