Se dice en el Reino de España y en la “democracia” burguesa con demasiada ligereza y contundencia: “Soy de izquierdas”. Abundan personas que alardean de ser de izquierdas, aunque luego sus actuaciones contradicen de pleno a sus palabras. Hay mucha gente que además de decir que son de izquierdas, están convencidos de serlo, y sin embargo son medularmente de derechas.
Lo dicen probablemente para sentirse mejor, porque decir que se es de derechas después del franquismo, no queda bien y no está muy bien visto en determinados ambientes.
La realidad es que mayoritariamente la población española aparece escorada hacia la izquierda. No obstante, la autoafirmación ideológica tan al uso a llevarla a la práctica, hay que cuestionarla y matizarla.
Dicen que son de izquierdas, y emiten frases en relación a la población inmigrante o minorías étnicas, claramente racistas y xenófobas, como “Los inmigrantes nos quitan nuestros puestos de trabajo y se aprovechan de las subvenciones públicas”, “no hace falta que vengan los refugiados”, “vienen a parir aquí porque les resulta gratis” o “conozco a un gitano que tiene dos pisos”, y además contratan a chicas sudamericanas o rumanas para cuidar a sus padres ancianos o sus hijos pequeños con unos sueldos de miseria.
Dicen que son de izquierdas, y llevan a sus hijos a centros educativos concertados o privados dirigidos por congregaciones católicas, para que no compartan pupitres y no se mezclen con gitanos, inmigrantes o disminuidos psíquicos.
Dicen que son de izquierdas, y cuando tienen necesidad de atención sanitaria recurren a clínicas privadas, para que su esposa embarazada no tenga que guardar fila detrás de una senegalesa, ecuatoriana o ucraniana.
Dicen que son de izquierdas, y les parece una estupidez después de 75 años con los problemas que tiene España, perder el tiempo en desenterrar los cuerpos yacentes en cualquier carretera comarcal o basurero de las afueras de cualquier pueblo de los 125.000 republicanos asesinados por los fascistas, precisamente por defender los principios y valores de la izquierda.
Dicen que son de izquierdas, y defraudan a Hacienda todo lo que pueden, aceptando facturas sin IVA o pagando con dinero negro la compra de su vivienda u otro tipo de consumo.
Dicen que son de izquierdas, y hacen economía sumergida los que trabajan de administrativos y los que trabajan en la industria quitándoles el trabajo a los parados/as
Dicen que son de izquierdas, y cuando los sindicatos de clase obrera, a los que atacan vorazmente con más vehemencia incluso que la derecha o la clase empresarial españolas, convocan una huelga general por cuestiones tan intrascendentes como la vigente Reforma Laboral, no la secundan con la contundente excusa “es que tenemos que pagar la hipoteca”.
Dicen que son de izquierdas, y compran la ropa en cualquier gran Centro Comercial, sin importarles que haya sido fabricada en un suburbio de alguna ciudad asiática, donde trabajan hombres, mujeres, niños y niñas en un régimen de esclavitud.
Dicen que son de izquierdas, y se regocijan con la rebaja del sueldo a los empleados públicos, y no se indignan como debieran por la eliminación de cientos de miles de plazas públicas en educación, sanidad o servicios sociales, sin apercibirse de que ello supone un grave e irreparable deterioro del Estado de bienestar.
Dicen que son de izquierdas, y les molestan las prestaciones por desempleo por su alto costo, al considerar a los parados como vagos y defraudadores, tal como dijo nuestra ínclita vicepresidenta del Gobierno y aquella diputada de infausto recuerdo cuando emitió “Que se jodan”. Dicen que son de izquierdas, y les resulta intolerable el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Dicen que son de izquierdas, y compran la prensa de derechas, por lo que la de izquierdas tiene gravísimos problemas económicos, que propician su desaparición o está a punto de hacerlo.
Dicen que son de izquierdas, y les parece irrelevante e intrascendente que el alcalde de su localidad, el presidente de su comunidad autónoma, ministros o jefes de Gobierno asistan codo con codo con las autoridades religiosas católicas a actos litúrgicos de misas y procesiones multitudinarias, Jornadas Mundiales de la Juventud, beatificaciones de los mártires católicos, incumpliendo el artículo 16 de nuestra Carta Magna, que especifica con claridad meridiana la a confesionalidad del Estado.
Dicen que son de izquierdas, y les parece normal, por lo que no la cuestionan, la institución monárquica, siendo una reminiscencia caduca del Antiguo Régimen.
Dicen que son de izquierdas, y les resulta imposible el entender y el asumir que determinados ciudadanos del Estado español, pretendan ejercer el derecho de autodeterminación, profundamente democrático.
Dicen que son de izquierdas, y pusilánimes permiten que se arrojen por el sumidero de la historia todo un conjunto de conquistas sociales heredadas de las generaciones que nos precedieron y que ya no disfrutarán las venideras.
Dicen que son de izquierdas, y acongojados no se rebelan en masa ante tantos atropellos por parte de nuestros gobernantes envalentonados y crecidos, que algún día los expertos calificarán como una especie de suicidio colectivo, perverso e imprevisible, y que nos está devolviendo al siglo XIX.
Dicen que son de izquierdas, y luego no votan a los partidos de izquierda, ya que si lo hubieran hecho, el PP no hubiera alcanzado el gobierno.
De verdad, estas actuaciones me sorprenden sobremanera, ya que parecen estar muy lejos de la esencia de una autentica ideología de izquierdas, cuyos valores incuestionables son la defensa de la libertad, igualdad y fraternidad, y la justicia social.
Para todos aquellos a los que me he referido en las líneas precedentes, les quiero transmitir alguna reflexión de los que somos comunistas.
Es opinión muy generalizada en esta vorágine neoliberal que la distinción entre derecha e izquierda reformista y oportunista sea cada vez más cuestionada por la clase obrera y sus aliados. Nos dicen que quien niega tal distinción, su pretensión en realidad es negar el papel y la razón de ser de la izquierda e ignorar la cuestión social.
La idea de que todos los partidos son iguales y de que la política es algo sucio y perverso es el lamento tramposo e interesado de quien busca la destrucción del espíritu cívico.
Además añaden un segundo criterio diferenciador, ya advertido: El valor de la igualdad y de la igual dignidad de las personas en la cultura de la izquierda, valor ajeno a la cultura de la derecha.
Con precisión nos dice que la identidad de la izquierda proviene de la conjunción de un Estado liberal mínimo y de un Estado social máximo: consistente uno en un paso atrás de la esfera pública para garantizar las libertades, y el otro un paso adelante para garantizar los derechos sociales (DS).
En cambio, la derecha defiende lo contrario: derecho penal máximo-en España ley mordaza-, y Estado social mínimo, promovido por los neoliberales.
En definitiva, la identidad de la izquierda reformista y oportunista está más de acuerdo con los valores “constitucionales” y no por no luchar por el poder obrero. (EL SOCIALISMO)
Los comunistas estamos: Por el principio de igualdad mujer y hombre, Por la dignidad de las personas, Por la solidaridad social, Por los derechos sociolaborales, Por la democracia obrera, Por el derecho a la libertad de la clase obrera y sus aliados, que equivalen a todos-desde los derechos de libertad, y otras tantas leyes del más débil el (obrero), NO a las alternativas del más fuerte, que son las vigentes en ausencia de las primeras gracias a la dictadura del capital y el pensamiento único neoliberal.
Fdo.: José A.