Tras la reestructuración de las distintas provincias franciscanas

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Junto a él y al padre Pedro Ruiz, que continúa, ocuparán el convento tres frailes más, dos procedentes de Sevilla, y uno natural de Madrid 

El pasado 1 de enero por decreto  del ministro general de la Orden Franciscana, tras siete años de discernir por donde tenía la orden que crecer, debido al menor índice de frailes y por su avanzada edad,  se procedió a reestructurar las distintas provincias en una sola, que antes se llamaba la provincia de Cartagena y que ahora pasa a denominarse la Inmaculada, y que está integrada por unos 400 frailes. Además continúan las provincias de Aránzazu y la de Galicia.

De esta manera lo contaba el padre Francisco Oliver, que tras dos años destinado en Albacete, vuelve a ser el guardián del Monasterio de Santa Ana.

Junto a Francisco Oliver, se incorporan también los franciscanos Manuel Tercero, Francisco Miguel Antequera y Francisco Javier Rojo, procedentes de Sevilla y Madrid, y continúa en Santa Ana como hasta ahora, el padre Pedro Ruiz. Tres de ellos son ya sacerdotes y hay dos en procesos solemnes, que próximamente serán ordenados. Tras la reunificación de las provincias, es por ello que ahora en vez de recibir frailes solo de la provincia de Cartagena, se reciben también de la zona de Andalucía, por lo que  Francisco Oliver señalaba, que “la Abuela Santa Ana va aprender a hablar en sevillano”, refiriéndose a las procedencias de dos de los frailes que ahora ocupan el Monasterio de Santa Ana.

Esta reestructuración era necesaria, según Oliver, para unir fuerzas y no dispersarse en conventos casi vacios y muy grandes, pero sin apenas recursos humanos para afrontar las distintas responsabilidades que el Señor por medio de la Iglesia les tiene  encomendados.

El destino  del hermano  Francisco  Gaspar es ahora Albacete, algo que según el padre Oliver se ha decidido con muy buen criterio, ya que por su enfermedad, era trasladado con frecuencia a esta ciudad.

José María Roncero se sitúa ahora en su nuevo destino, Lorca y el padre Antonio López en el Palancar de Cáceres, el primer convento que fue fundado por San Pedro de Alcántara.