Editorial

Y casi sin darnos cuenta terminamos el mes de febrero. Parece que antes de ayer, como aquel que dice, estábamos en Navidad y ya nos hemos adentrado en la Cuaresma. De hecho, de no ser por la maldita pandemia, ahora tendríamos sobre la mesa una vorágine de actos de todas las hermandades de Semana Santa para reconocer a sus cofrades, así como libros, carteles y traslados. Además, a todo esto tendríamos que sumar los numerosos actos previos que organiza la Junta Central de Hermandades, los tambores Cristo de la Sangre, así como las bandas de música, Certamen de Cornetas y Tambores, y la frenética actividad que siempre se genera alrededor de los colegios entorno a la Semana de Pasión.


Pero no, todo vuelve a ser diferente y nuestras agendas están tristemente vacías y aunque algunas veces nos hemos quejado de la gran cantidad de actos que se aglomeraban en estas fechas, ahora que se ha perdido todo, se le da mucho más valor a lo que antes se hacía y que un año más, y van dos, brillará por su ausencia.
Pero el tiempo pasa, y junto a él pasará también esta pandemia que ahora soportamos como podemos y de la que salir más fuertes, solo dependerá de la unión que seamos capaces de demostrar. De lo contrario, todo será mucho más difícil y eso que se promete de ‘que nadie quede atrás’, será un imposible.
La vacuna va lenta, pero va, y esta semana se ha terminado con la segunda dosis en las personas que todavía la esperaban. Además, los mayores de 80 años también han empezado a recibir sus vacunas y si finalmente en el mes de abril se reciben dosis de forma masiva como se está anunciando, todo será diferente cuando pase la primavera. O eso esperamos.