Con 16 años dejó Mali para jugar en una academia en Marruecos. Todo era una estafa, y después de cuatro meses durmiendo a la intemperie, cruzó el Estrecho para llegar a España y poder cumplir su sueño: jugar al fútbol. Lo hará en la Escuela Municipal de Fútbol Base Jumilla

La de Sandji Baradji es una historia de lucha, de fuerza y de esperanza. Un chico malí que con apenas 16 años, y motivado por el fútbol, inició una travesía que hoy ha dado con sus huesos en Jumilla, adonde llegó el pasado 2 de enero. Ahora la Escuela Municipal de Fútbol Base le ha abierto sus puertas, y hoy mismo podrá debutar con el Segunda Juvenil en Caravaca, aunque será el sábado cuando hará su estreno en Jumilla, en el derbi frente al Cuarto Distrito CF, que se jugará a las 17 horas en el Antonio Ibáñez.

“Desde que era pequeño lo he visto en mis hermanos, y siempre me ha gustado jugar al fútbol. Es mi sueño”, reconoce Sandi Baradji a Siete Días Jumilla, antes de pasar a contar su propia historia.

Un día, los padres de Sandji recibieron una oferta para que su hijo, con apenas 16 años, se trasladara a Marruecos para jugar en una academia. A regañadientes aceptaron, pensando en su porvenir. Pero cuando Sandji llegó allí, descubrió que todo era una estafa. “No había nada, no era verdad. Y allí no conocía a nadie”, explica. Y en ningún momento comentó a sus padres esta situación, con la intención de no preocuparlos. Sandji tenía adjudicada una vivienda de alquiler durante sus tres primeros meses en Marruecos. Un tiempo en el que trató de buscar un club para poder jugar al fútbol. Pero una vez concluido ese periodo se quedó en la calle. “Estuve durmiendo cuatro meses entre árboles, y en ese tiempo conocí a un amigo que me contó que se podía llegar a España”, contaba.

Finalmente consigue una plaza en una patera para cruzar el Estrecho junto a otras 53 personas, que fueron rescatadas todas a salvo en Algeciras por Salvamento Marítimo. De allí a un centro de menores, donde apenas estuvo unos meses, hasta su mayoría de edad.

Llegado a este punto, los padres de Sadji le cuentan que tiene un tío en Jumilla. Y así llegó hasta la ‘ciudad del vino’. Ahora vive con su tío, y gracias a la EMFB, podrá cumplir su sueño de jugar al fútbol.

UN FINAL FELIZ

Un día Sandji Baradji se presentó en el campo de fútbol, y allí estaba Jesús Guardia entrenando a sus chicos. “Es el alma de todo esto. Fue quien atendió en primera instancia al chaval, y nos involucró a todos en esta historia”, explica Óscar Martínez, directivo de la EMFB.

Jesús Guardia habló con Sandji y conoció de primera mano su historia. Y no solo le dio la oportunidad de probar con el equipo, ya que también le ayudó con los trámites para obtener la nacionalidad española. Pero pronto fueron muchos los entrenadores que ‘se engancharon’ con esta historia, y son varias personas las que ahora ayudan a cubrir las necesidades básicas del chaval.

Con 18 años, solo podrá jugar esta temporada en la EMFB. Aunque los que lo han visto entrenar aseguran que no tendrá problema alguno en encontrar otro equipo el próximo año. “Su nivel futbolístico es sorprendente. Es un portento físico, con mucha llegada y calidad”, dicen de él los entrenadores de la entidad. Es tiempo ahora de disfrutar del fútbol. Una recompensa merecida después de tanto sufrimiento.