Jueves 1 de octubre

 

Siempre se ha dicho que tras la tempestad llega la calma y en este caso, tras la tormenta, han de llegar las respuestas, donde cada cual ocupe su sitio y esté a la altura que las circunstancias demandan.

Dicen los agricultores que su faena tiene dos caras; por un lado la satisfacción de llegar al final de un ciclo, vender las cosechas y poder ofrecer la máxima calidad, siendo esta la cara agradable, la que debería ser, pero la que no siempre se da, ya que por desgracia se encuentran con las fechorías del tiempo, las inclemencias meteorológicas que mantienen a los trabajadores del campo mirando al cielo día sí y día también.

Este año, a pesar de haber tenido uno de los veranos más calurosos de los últimos tiempos, también ha sido uno de los más malvados, ya que el pedrisco ha hecho acto de presencia en demasiadas ocasiones, y si malo es que el granizo o las lluvias torrenciales caigan cuando el faltan unos meses para la recolección, todavía es peor cuando lo hacen en plena vendimia, como el caso del pasado fin de semana, donde el domingo descargó sobre los campos de Jumilla algo más que un jarro de agua fría.

Ahora, cuando los propios agricultores y los sindicatos agrarios se encuentran en pleno análisis de lo sucedido, y donde las pérdidas se sitúan por encima de los 20 millones de euros, es el momento de dar respuestas, de que las administraciones públicas estén junto a los afectados, que se gestionen las ayudas que sean necesarias, que se catalogue zona catastrófica si así fuera necesario, y que se ayude, en la medida de las posibilidades y salvando las distancias, a aquellos que han perdido todo justo el mismo día que comenzaban con la vendimia.

Hemos oído en muchísimas ocasiones a los políticos hablar, comprometerse y hasta prometer, y al mismo tiempo, también hemos visto como después se desdecían, por lo que solo cabe esperar que en esta ocasión, se está a la altura y de una vez por todas se ofrezcan respuestas rápidas y efectivas.