Editorial

Después del mazazo de la suspensión de la Semana Santa, en el primer momento de la pandemia de coronavirus, la gran esperanza era llegar a tiempo para salvar la campaña de verano. Pero el verano pasó y lo cierto es que se recordará por ser una de las campañas más complicadas para el turismo, todo lo relacionado con él y la hostelería. Ahora parece que en el ánimo de todos está el salvar la campaña de Navidad y al sector del comercio, que sin duda es uno de los momentos del año con mayor índice de ventas. Pero todo va a seguir dependiendo de la situación de la epidemia, pero está claro que no veremos las imágenes de otros años y no habrá aglomeraciones en las calles comerciales. Todo indica que va a ser una Navidad a medio gas.

Por su parte, la Asociación de Belenistas San Francisco de Asís ya ha confirmado que este año pasará para ellos como colectivo sin pena ni gloria y han decidido no programar ningún tipo de acto con motivo de las fiestas navideñas, ya que las aglomeraciones parece que son el principal enemigo a batir, y ya se sabe que el que evita la ocasión, evita el peligro, o a grandes males, grandes remedios, por lo que muerto el perro, se acabó la rabia.
En cuanto al Ayuntamiento ya estamos viendo como la cultura no parece que tenga visos de volver a Jumilla y las puertas del Teatro Vico y otros centros culturales parece que no van a abrirse. Igualmente, después de los dimes y diretes del verano, la Concejalía de Festejos pues quizá se ponga la venda antes de la herida y decida dar la razón a unos en detrimento de otros, aunque eso suponga dar un tirón más a la soga al cuello de la economía local.