Metidos ya en octubre, restan menos de tres meses para que concluya este 2020. Un año dificilísimo, inimaginable y que costará mucho tiempo superar. A inicios de este año se empieza a hablar de un desconocido virus que arranca en China y que a una velocidad inusitada comienza a propagarse por el mundo y se convierte en pandemia: La covid 19. A España llega en marzo y a partir de ahí, lo que todos conocemos y seguimos sufriendo.
Esta pandemia ha cambiado nuestra forma de vida y ha afectado a todos los ámbitos: sanitario, político, social, turístico, cultural, económico…Y la Semana Santa de Jumilla no ha sido ajena a esta terrible crisis. Sin embargo para esta celebración religiosa, 2020 va a pasar a la historia como un año de contrastes: Un 2 de febrero se celebra el “acto histórico” de la declaración por parte del Ministerio de Turismo como Fiesta de Interés Turístico Internacional y un 14 de marzo se tomaba la “triste y dolorosa” decisión de tener que suspender todos los actos la Semana Santa siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Un año que se presumía iba a ser trascendental para esta fiesta religiosa en el que semanasanteros y jumillanos en general redoblarían esfuerzos para mostrar al mundo la grandeza de estas celebraciones pero que una pandemia ha impedido que nuestras imágenes hayan desfilado, que el olor a incienso haya inundado nuestras calles, que nuestra particular banda sonora se haya podido escuchar en plenitud, que hayamos vivido el algarabío de los capuruchos, las reuniones familiares, el olor a empanadas recién hechas… y un sinfín de momentos que, aunque parezcan iguales, son diferentes cada año.
Sin embargo, la fe, el recogimiento, el ánimo, la esperanza, el rezo, la religiosidad, la unión, la fortaleza, la emoción, la entrega, el trabajo y la ilusión siguen intactos en toda la familia nazarena y en los jumillanos. Y esperamos que las tristezas y los llantos se vean recompensados el próximo año.
Es el deseo de los protagonistas del presidente de la Junta Central de Hermandades Juan Francisco Martínez y de los tres últimos Nazarenos de Honor: Cayetano Herrero (2018), María Pla (2019) e Inmaculada González (2020).