Editorial

El campo se ha levantado en Europa, y con fuerza. Las protestas que se originaron en Francia hace dos semanas, se han extendido rápidamente a otros países de la eurozona, entre ellos, España. Los agricultores protestan por la crisis del sector y por las políticas agrarias de la Unión Europea. Eso se ha materializado en España en decenas de manifestaciones, cortes y bloqueos de carreteras. Un caos para el transporte y la logística nacional. También en Jumilla, donde nos cuesta mucho movernos de forma masiva en estas cosas, la semana pasada, más de 400 vehículos y cientos de agricultores, alzaron su voz.


La movilización y sus consecuencias han sido tal que apenas dos semanas de que se iniciaran, ya han visto varios resultados en las instituciones. Por un lado, la Comisión Europea ha anunciado la eliminación de la normativa de reducción de pesticidas. Y por otro, el Gobierno de España ha concedido 269 millones en ayudas para el campo además de comprometerse a «fortalecer» la Ley de la Cadena Alimentaria.
Lo que está claro es que es un sector esencial, indispensables y vital, pero que a pesar de eso, lleva demasiado tiempo trabajando a pérdidas, pendiente de ayudas y parches que no desea, ya que lo único que quiere es trabajar y cobrar por su trabajo, como cada cual. Pero a esto se une ahora el exceso de burocracia, exigencias sin fin y lo que es peor, la competencia desleal de otros países.
Seamos solidarios y comprensivos, apoyando a un sector que todos sin excepción, necesitamos.