Diego Cutillas Abellán. Pisaor de Honor 2024 de la Fiesta de la Vendimia.

Entre vid y la vida, el vino. “Constituye en sí mismo, en su cuerpo y en su estructura, una lección vital, completa, imperecedera”. Que el vino “es el arte de madurar, como intentamos que también lo sea el curso de nuestras vidas” y considero que es también “un arte a la espera de cada cosecha”, en la que se producen “momentos de incertidumbre”. Casi nada de lo que le sucede al vino nos es ajeno a las personas.
Pensar… el vino es, como corresponde destacar hoy, 13 de agosto, en el corazón del tiempo de la Fiesta de la Vendimia, y en el centro de esta celebración, una forma esencial de pensar Jumilla. Buenas noches. Es para mí un honor y satisfacción ser el Pisador de Honor de la 51ª Fiesta de la Vendimia. Así con esta pisa, me permite recordar mis años de niño en el lagar de mi abuelo. Fiesta de la Vendimia, fiesta que nace con mi andadura profesional allá por el año 1972.
El vino ha representado para la cultura y las tradiciones locales un sello de identidad de mucha importancia. La vendimia ha actuado como motor de desarrollo, ya no solo a nivel económico sino también social y cultural. Estos factores son los que han determinado que Jumilla sea hoy tal como es. De una manera u otra las vidas de todos los habitantes de nuestra ciudad están ligados a la elaboración de nuestro preciado vino Monastrell.
VENDIMIADORES. El sol amanece y se enamora del campo y viñedos, acariciando la vid con manos fuertes por todas las llanuras y laderas. Van los vendimiadores, muy temprano, saludando a la vida que comienza y las uvas sonríen en los sarmientos, bajo los ojos limpios de los pámpanos que las besan.


Es la imagen de ahora y la de siempre, la imagen de una raza de viticultores que consagra el fulgor de los racimos y el alma de aventura se les llena. Es la historia de nuestro pueblo soberano, entregado al esfuerzo con fervor, una historia bellísima de amor que llega desde tiempos muy lejanos. Es la rima del surco y toda la luz del mundo se amontona sobre la faz de los vendimiadores dibujados en fuego de pasión, la de un hermoso corazón que en frondosa se encadena. Es la vendimia de Jumilla que regresa cada año cargada de ilusión.
Jumilla, tú que guardas la memoria de tus antepasados, tú que las uvas de las viñas nuevas y viejas puedes estar contenta de tu historia. Tuyo es el resplandor, tuya la gloria reclina en leyendas y canciones. Hoy por tus venas va corriendo el vino lo mismo que un tumulto de emociones.
Ya se ve en las calles de Jumilla la luz que estaba anclada en las viñas, el sol toca sus uvas con sus dedos y el campo parece una verbena. Comienza la Fiesta de la Vendimia, los jumillanos saludan con esplendor el nuevo día, los peñeros y peñeras, como si fueran pámpanos risueños, saludan con alegría a las calles y rincones de Jumilla, con sus capazos acunando sus uvas para llevar al lagar como un sentimiento de viticultores, para pisar esas uvas como hermanos, con pisadas de futuro.
Niño de las Uvas ¡Qué bello es ver tu rostro sonriente paseando por las calles de Jumilla! y brilla tu sol entre la gente, con tu serena mirada las viñas se posan en tu frente, las peñas son pasado y son presente, un himno soberano de alegría, una bella esperanza, una armonía, un corazón que late constantemente. Con esta ofrenda de uvas que sorprende y maravilla. El fraile con su oración derrame sobre los viñedos bendiciones y también sobre el nuevo mosto.
Nadie podrá bendecir el vino sin que aparezca el nombre de Jumilla, sin que los brazos de vendimiadores forjen cada mañana la leyenda de la canción litúrgica del mosto, del pacto de nuestros agricultores con la tierra. Huele a mosto, huele a Fiesta de la Vendimia. Por todo ello, la Fiesta de la Vendimia debe de ser un homenaje sincero a lo que fuimos y a lo que queremos seguir siendo. Es mi sentimiento.
¡Viva el vino de Jumilla!, ¡Viva la tierra, los pies y las manos que lo hacen posible! y ¡Viva la Fiesta de la Vendimia! Y sigo pensando que Jumilla es el vino y el vino es la fiesta.