En clave de sol by Gustavo López

El voto es algo muy importante. De hecho, ahora quizá se le pueda dar menos importancia, pero lo cierto es que se trata de un derecho que no siempre ha sido universal. Ahora decidimos quiénes son los concejales y el alcalde, así como los representantes autonómicos, del Estado e incluso europeos. También se elige al presidente de la comunidad de propietarios de donde vives o a la presidenta de una hermandad, una asociación o el colectivo al que perteneces.
Hay que tener siempre muy presente que aquellos a los que elegimos, les delegamos toda nuestra confianza para que hagan lo que consideren en cada momento, de ahí que la responsabilidad se multiplique por el número de apoyos recibidos.
Todo esto lo traigo a colación a raíz de la situación, algo esperpéntica, que se dio en el Congreso de los Diputados con la aprobación de la ley que convalida las penas de terroristas que han sido cumplidas fuera de las cárceles españolas. Todos votaron por unanimidad. Todos estaban de acuerdo, ya que la propuesta se apoyaba en una directriz marcada por Europa. Pero ahora, parece ser que algunos votaron algo que no querían, o que no entendieron, y nadie asume las consecuencias del fatal error.


La dinámica de las votaciones en cualquiera de las administraciones, desde local hasta incluso de otros países, es muchas veces desconcertante. A menudo vemos a los políticos que, tras horas de acalorados debates, aprueban algo por unanimidad, después de tirarse los trastos a la cabeza y de aparentemente estar todos en contra. Pues llega la sorpresa y todos a favor.
Es cierto que los políticos de todos los ámbitos, deben abordar una amplia gama de temas, desde la economía hasta la salud pública, pasando por la educación y la seguridad. De unos sabrán más y de otros estarán un poco pez, pero para eso están, por eso se comprometen y para eso cobran. No deben de votar a lo loco, porque lo que están haciendo es actuar como representantes de miles de ciudadanos que confiaron en ellos.
Está claro que no deben existir excusas y cuando meten la pata, tienen que apechugar y asumir sus responsabilidades.
En conclusión, la percepción de que los políticos levantan la mano según les dicen desde su partido, sin saber lo que están aprobando, o que discuten durante horas solo por imagen porque hay que enfrentarse sí o sí, no es nada bueno ni debe ser amparado por nadie.