En clave de sol by Gustavo López

A veces parece que Jumilla está lejos de todo. Aparentemente puede estar apartada, pero si algo nos ha enseñado el mundo actual es que nada está tan lejos como parece. Las fronteras entre lo local y lo global son cada vez más delgadas, y lo que ocurre a miles de kilómetros de distancia tiene consecuencias directas en nuestra vida cotidiana.
La inflación que notamos en el supermercado no nace aquí, pero sí que la sufrimos en primera persona. El cambio climático no se origina en nuestros campos, pero nos afecta en forma de sequías persistentes, heladas fuera de temporada o plagas que complican cada vez más la vendimia. Igualmente, la guerra en Ucrania disparó el precio del gasoil y de los fertilizantes, y eso repercutió directamente en los costes de producción agrícola en el mundo y también en Jumilla. Incluso la inteligencia artificial, que parece un tema ajeno, está empezando a transformar sectores como la educación, la atención médica o el mercado laboral… y eso, también pasa aquí.


Pero esta realidad, no debería llevarnos al desánimo. Todo lo contrario: si lo global llega a lo local, también lo local puede transformar, aunque sea en pequeña escala, lo global. No hay una dirección única en el mundo interconectado de hoy. Los pueblos como el nuestro no son meros receptores pasivos de las corrientes globales. Somos parte del engranaje. Y desde aquí también podemos actuar.
A veces, podemos hacer pequeños gestos individuales como reciclar, consumir productos de cercanía, apoyar el comercio local, reducir el uso del coche, participar en las decisiones comunitarias. Otras veces, hablaremos de acciones colectivas, como proteger nuestro entorno natural, impulsar la educación ambiental, fomentar el asociacionismo, la cultura crítica o promover energías limpias.
Porque hay muchas cosas que se deciden lejos de Jumilla, sí, pero también hay otras que dependen solo de nosotros. De cómo elegimos vivir, de cómo cuidamos a nuestros vecinos, de cómo nos relacionamos con nuestro entorno, de cómo educamos a nuestros hijos e hijas. Pensar global y actuar local no es solo un eslogan o un lema recurrente. Se trata de una manera de mirar el mundo con responsabilidad. Porque no se trata de salvar el planeta entero desde aquí, sino de hacer lo que nos toca. Y hacerlo bien. No todo está en nuestras manos, pero mucho más de lo que pensamos sí es cosa nuestra. Jumilla puede ser un ejemplo de ciudad consciente, sostenible y activa. Solo tenemos que creérnoslo. Y empezar por lo más cercano: nosotros mismos.