Un total de 21 peñas lanzaron 70.000 litros de vino durante el recorrido

El dispositivo de seguridad estuvo compuesto por alrededor de 100 efectivos

Gustavo López/Rocío Cruz

La tarde se presentaba abrasadora, con el mercurio rozando los 40 °C, una atmósfera más que propicia para que las calles se convirtiesen en cauces de vino, música y júbilo. Sobre las 18 horas arrancó la Gran Cabalgata del Vino, un estallido de tradición y alegría corriendo por el corazón de la Fiesta de la Vendimia.


La Gran Cabalgata del Vino tiene un gran atractivo para muchos visitantes, y es que es capaz de no dejar indiferente a nadie, bañando en vino a miles de jumillanos y turistas que se disponen en el recorrido que parte desde avenida Reyes Católicos y culmina en la avenida de Murcia por la calle Cánovas.


Los balcones expectantes, con peñeros armados con vasos, jarras, pistolas de agua y mangueras cargadas de vino tinto y sangría. Esa tarde se llega vestido de blanco, pero se termina empapado del líquido que da fama mundial a Jumilla.
Desde la Federación, confirmaron la participación de un total de 21 peñas, o lo que es lo mismo, más de 1.000 peñeros pertrechados con unos 70.000 litros de vino y sangría que suponen un verdadero diluvio al ser lanzado con entusiasmo sobre participantes y espectadores.


Acompañaron al bullicio cánticos, bailes improvisados al ritmo de grandes equipos de música, así también como algunas charangas que provocaron un estruendo de diversión.

Dispositivo de seguridad

El dispositivo de seguridad, emergencias y servicios lo compusieron cerca de 100 efectivos en esta Gran Cabalgata del Vino.
Los equipos de seguridad que velaron por el control y el orden fueron la Policía Local, la Guardia Civil, Bomberos del CEIS, la UME, Cruz Roja, Sanitarios del 061 y del SUAP, y voluntarios de Protección Civil de Jumilla, Yecla y Caravaca de la Cruz.


Además, la Concejalía de Servicios del Ayuntamiento habilitó duchas en el Mercado de Abastos y desplegó a unos 20 efectivos implicados en el servicio de limpieza del municipio posterior al gran desfile.


En cuanto a las incidencias, solo se destacó una caída de una persona que fue trasladada al Centro de Salud.
El calor del día y el vino no impidieron que niños, jóvenes y mayores se entregaran a esa corriente carmesí que lo cubría todo. Un derroche de tradición, calor humano y vino que convierte cada agosto a Jumilla en capital del júbilo y el derrame festivo.

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