En clave de sol by Gustavo López
Los patinetes eléctricos llegaron para quedarse. En sus inicios se presentaban como una alternativa de movilidad sostenible, ideal para trayectos cortos y respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que, sin una regulación clara, su uso se convierte en un riesgo tanto para quienes los conducen como para peatones y demás usuarios de la vía pública, incluso vehículos, que muchas veces se ven sorprendidos con la aparición espontánea de un patinete que se les echa encima, con el frenazo como única respuesta.
Han pasado ya varios años desde su aparición masiva y, mientras en otros municipios se han aprobado ordenanzas específicas que marcan límites y obligaciones, en Jumilla seguimos sin una normativa que ponga orden en este nuevo escenario, aunque se haya hablado en varias ocasiones de ello, pero como pasa a veces, tendrá que suceder una desgracia para que muevan ficha. Y es que esta carencia no solo genera inseguridad jurídica, sino también problemas de convivencia y, lo más grave, un aumento del riesgo de accidentes.

Las prestaciones actuales de los patinetes eléctricos no son las de un simple juguete: alcanzan velocidades considerables, similares a las de una motocicleta pequeña, y circulan por las mismas calles que peatones, ciclistas y automovilistas. Esto plantea interrogantes que no se pueden seguir ignorando: ¿por dónde deben circular? ¿qué medidas de seguridad son obligatorias? ¿qué sanciones se aplican ante conductas irresponsables?
En ciudades cercanas ya se han tomado medidas como poner límites de velocidad, obligatoriedad del casco, seguro de responsabilidad civil, prohibición de circular por aceras, zonas de estacionamiento reguladas… Todo ello contribuye a una movilidad más ordenada y segura. ¿Por qué Jumilla no ha dado todavía este paso?
Seguir así es cerrar los ojos a una realidad cada día más clara y notable. La prevención es una obligación de las administraciones públicas.
La movilidad sostenible es el camino, pero la seguridad no puede ser una opción. Jumilla necesita ya una ordenanza que establezca normas claras y sanciones efectivas, garantizando así la convivencia y reduciendo riesgos. Otros municipios ya han hecho sus deberes. Es hora de que nosotros también los hagamos y más ahora que estamos en plena vuelta al cole.