Es en lo que coindicen el secretario de la Asociación Naturalista Stipa Juan José Bas y el bombero Antonio Toral

El concejal de Montes habla sobre las actuaciones que realiza el Ayuntamiento

Mari Carmen Cañete Vera

España supera las 410. 000 hectáreas arrasadas en lo que va de 2025, casi diez veces más que el año pasado. Conforme a los últimos datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, al menos 252 incendios forestales se han registrados en amplias zonas del país este año, particularmente en el norte y oeste de España. Los incendios han provocado varios fallecidos, decenas de miles de personas han tenido que abandonar sus casas, el fuego ha destruido viviendas, negocios, infraestructuras, patrimonio cultural y natural, además de provocar un colapso en servicios básicos y una pérdida incalculable de biodiversidad. Estos alarmantes datos deben hacer reflexionar: Entre otras medidas, mantener los montes limpios es fundamental para prevenir incendios forestales, protegiendo así vidas, infraestructuras y el propio medio ambiente.


En Jumilla, aunque este verano se han sucedido varios incendios, por fortuna, han sido de poca incidencia. Sin embargo, otros años sí se han sufrido fuegos con consecuencias importantes en entornos naturales del término municipal. Con distintos expertos y con responsables municipales, Siete Días ha analizado la situación de los montes, la responsabilidad del mantenimiento los mismos, el trabajo en prevención de incendios y la regeneración o no, de las zonas incendiadas años anteriores.

Situación de los montes de Jumilla, según Stipa

De esta forma, sobre los incendios de este verano, Juan José Bas, secretario la Asociación Naturalista de Jumilla Stipa ha informado que “la mayoría han sido causados por tormentas con rayos y poca lluvia, salvo uno en la sierra de Los Hermanillos, que, al parecer, se inició alejado de vías de comunicación, sin tormenta y en varios puntos de inicio”.
En cuanto a la situación actual de los montes de Jumilla, Bas ha señalado que “la mayoría de la superficie forestal son montes públicos propiedad del Ayuntamiento y gestionados junto a la consejería competente. Son montes protectores (no productores), que, por lo general, tienen un estado de conservación adecuado y en proceso de regeneración natural, tras décadas o siglos sufriendo sobreexplotación de los habitantes que demandaban los recursos forestales, principalmente para una economía de subsistencia. Estos aprovechamientos forestales han ido dejándose de explotar debido a nuevos materiales o materias primas, o un mayor coste o esfuerzo”. “Ello ha permitido, – continua el secretario de Stipa, – que el monte se regenere, pero lo hace en abundancia en determinados ambientes de umbría, las solanas, dominadas por el esparto, tienen un factor limitante de biomasa por la exposición y escasez de recursos hídricos. Es en esas umbrías, el matorral y el pinar tienen un desarrollo que permite la herbivoría (interacción ecológica donde un animal se alimenta de tejido vegetal vivo). El tema de las cabras bombero, que tanto se habla en estas fechas, son, junto a los herbívoros silvestres, las que se deberían encargar de mantener un nivel de biomasa en equilibrio con lo que se desarrolla y contribuir a que, en caso de incendio, éste sea más fácilmente controlable”.

Gestión de prevención

Según Juan José Bas, “actualmente la gestión de prevención directa de los incendios recae en localizadas infraestructuras cortafuegos, depósitos de agua para recarga de los medios, y reducidos tratamientos selvícolas en masas de pinar coetáneos y regulares. Pero son esas grandes umbrías de El Carche, Sierra Larga (lo que queda), Gavilanes o La Sierra del Buey donde no llegan los tratamientos mínimos para compensar la casi nula herbivoría, o la regeneración excesiva tras la sobreexplotación de nuestros abuelos. Esta prevención debe ir de la mano de una educación ambiental al resto de la sociedad, y reducir los riesgos de actividades que tengan capacidad de iniciar un incendio”.


Sobre la responsabilidad de la prevención y extinción, ésta es de las administraciones, y más directamente de la autonómica, más cuando son montes públicos catalogados. “Si, además, se percibe una rentabilidad por los aprovechamientos y ocupaciones como parques eólicos y solares, cultivos agrícolas…, que debe rondar el millón de euros anual en Jumilla, de los cuales el 15% hay total obligación de devolverse a la gestión del monte, es aquí donde se debe planificar una adecuada gestión, apoyada en presupuestos justos, para mantener en buen estado el monte, y preparado para que si se produce un incendio haya condiciones para combatirlo”, subraya Bas.

Regeneración de zonas quemadas

Por último, al respecto de la regeneración de zonas incendiadas, el secretario de Stipa ha informado que “en caso de pequeños incendios, suele ser mediante actuaciones mínimas o nulas, basta con la regeneración natural, son en incendios como los de 2022, que se quemaron más de 500 hectáreas de monte público, donde es necesario actuar y no se realizó actuación alguna, permitiendo que posteriores lluvias (no necesariamente torrenciales) produjeran una pérdida de suelo determinante, y escorrentía dentro y fuera del monte, ocasionando, además, grandes pérdidas de suelo agrícola.

Actuaciones concretas con parte del arbolado muerto debió haberse realizado en regueros o vaguadas con fajinas o albarradas para retener el suelo fértil y favorecer la regeneración, manteniendo la mayor parte de los árboles muertos para dar la sombra necesaria con sus trocos y ramas a las nuevas plantas que necesitan esa mínima pero vital protección”.

Antonio Toral: Dos aspectos básicos para evitar incendios

Igualmente, Antonio Toral, bombero profesional con 20 años de experiencia ha señalado dos “aspectos básicos para evitar, en la medida de lo posible, los incendios forestales y, en caso de que sucedan, se puedan atajar y mitigar con mayor eficacia que la actual”. Para Toral “estas dos grandes vías de actuación deberían de venir en base a dos aspectos fundamentales: en primer lugar, una adecuada planificación y gestión medioambiental y, en segundo lugar, una adecuada dotación de medios, especialmente de aquellos que permiten una primera respuesta y actuación”.


Para el bombero “la gestión ambiental, debe incluir, entre otras medidas, el mantenimiento de las líneas de defensa y fajas cortafuegos, la retirada de vegetación en puntos clave para evitar la acumulación de combustible, la apuesta clara por las especies autóctonas, que suelen soportar mucho mejor las condiciones del fuego, en detrimento de otras especies de repoblación que se han ido introduciendo posteriormente y, por supuesto, la educación y cultura medioambiental, y las reformas legales necesarias para que, tras un incendio de esta naturaleza, la superficie afectada solamente pueda estar dedicada al uso forestal”.

Medios de extinción

El otro aspecto básico y fundamental, que apunta Antonio Toral, “es una adecuada planificación, dotación, localización y distribución de los medios de extinción de respuesta rápida y, entre los cuales el ciudadano, y también los medios de comunicación, deben de saber que no se encuentra la UME”.
Los medios de extinción de respuesta rápida los conforman los bomberos profesionales y los brigadistas forestales, que, según explica Toral, “compartimos estas competencias y estamos adecuadamente formados y dotados de medios personales y materiales, y adecuadamente distribuidos para garantizar una respuesta lo suficientemente rápida y eficaz como para que el incendio se reduzca a un conato, tal y como ocurre con la mayoría de incendios de esta naturaleza, y no progrese a un gran incendio forestal.

Cuando ya tenemos un gran incendio forestal declarado, que es cuando aparecen otros medios ajenos a los municipales y autonómicos, como la UME, poco puede hacer el personal de tierra para atajar este tipo de incendios, que solo pueden ser atacados de forma ofensiva por los medios aéreos, que también son de una importancia primordial entre los citados medios de respuesta rápida, así como los medios de detección, habitualmente por medio de las garitas de vigilancia forestal”.
Por último, el bombero profesional recomienda “más planificación en el medio y largo plazo, y más rigor, más trabajo, dedicación y profesionalidad en la gestión medioambiental”.

Concejal de Montes: “Se debería destinar más presupuesto a la prevención”

La extensión de monte del término municipal de Jumilla es de 33.240 hectáreas aproximadamente. Según ha informado el concejal de Agricultura y Montes, Antonio Pérez, “la responsabilidad de su gestión y conservación es de la Comunidad Autónoma, concretamente de la Dirección General de Patrimonio Natural y Acción Climática, según la Ley 43/2003”.
Sobre el estado de los montes, según Pérez “es aceptable, hay que tener en cuenta que venimos de un periodo de una sequía extrema en el mediterráneo, que ha causado que mucha vegetación existente en los montes acabase secándose, por la falta de precipitaciones, o por debilitarse a causa de plagas que se han acrecentado por la sequía y aprovechando la debilidad de las plantas”.
Al no entrar dentro de sus competencias, el Ayuntamiento solamente realiza actuaciones con los Fondos de Mejora que recibe. Este año, por ejemplo, se va a ejecutar un proyecto para la rehabilitación de Caleras, se va a acondicionar el patio interior del Albergue de Santa Ana, se van a colocar bebederos para la fauna y se va a ejecutar un proyecto orientado a la prevención de incendios forestales y contención de daños en masas forestales afectados por plagas, decaimiento y sequía en el monte.
También realizan ocasionalmente acondicionamiento en algunas pistas forestales o apoyo a las mismas con el equipo municipal de arreglo de caminos. La administración local destina el 15% del valor de los aprovechamientos forestales y del rendimiento obtenido por ocupaciones u otras actividades desarrolladas en el monte (aprovechamientos de recogida de tomillo y romero, etc.). Concretamente, en estas actuaciones, el Ayuntamiento va a invertir 190.000 euros aproximadamente, que proceden de los citados Fondos de Mejora.


Preguntado por si son suficientes estas actuaciones, el concejal de Montes indica que “vistos los acontecimientos recientes en cuanto a incendios que se repiten por desgracia cada verano y con mayor frecuencia y voracidad, cualquier acción que se realice es necesaria y probablemente sean insuficientes las labores de prevención que se están llevando a cabo, tanto en nuestros montes como en toda España. Desde mi punto de vista, se debería destinar más presupuesto a la prevención de los mismos, ya que a medio- largo plazo es mucho más barato que tener que apagar incendios y regenerar los montes. Creo que se ha dejado de lado en este aspecto a agricultores y ganaderos extensivos, ya que no se cuenta con ellos y se les ponen demasiadas trabas burocráticas para realizar cualquier acción que, a la larga pueden ser muy beneficiosas para el cuidado de los montes”.
Sobre la regeneración de las zonas incendiadas hace algunos años, Antonio Pérez ha informado que “este año se ha encargado por parte de la Comunidad Autónoma, el proyecto de restauración de la Sierra Larga y la Patoja, y cuando se tenga, se realizarán las actuaciones pertinentes. Después de un incendio grave, se deben dejar dos años para ver cómo reacciona el entorno de forma natural como, por ejemplo, si nacen nuevas especies o si rebrotan algunas de las afectadas”.