Antonio Toral: «El éxito, a veces, es saber darse la vuelta. La montaña seguirá ahí, y amamos las montañas, pero, por encima de ello y de cualquier otra cosa, amamos la vida».

L, Tomás / J. J. Melero

Antonio Toral se enfrenó a una nueva etapa en el Desafío +8000 de Antonio Toral. El pasado jueves intentó coronar el Mont Blanc, una hazaña que ya hizo en junio, pero que en esta ocasión volvía a emprender para ascender por la ruta francesa de Gouter.
La idea inicial planteaba la opción de lograr hacer cima el miércoles, pero la dura climatología ha hecho que se retrasase el intento hasta el jueves. Y finalmente tampoco pudo ser.

Unas «terroríficas» climatólógicas lo impidieron, y junto a su compañero en esta aventura, Juan Beltra Poveda, decidieron darse la vuelta. «El éxito, a veces, es saber darse la vuelta. Es decidir no arriesgar la vida, más de lo que ya de por sí se hace con unas condiciones aceptables u óptimas, en una ascensión suicida en una montaña que se ha vuelto imposible. Y es que finalmente desistimos de acometer el ataque a cumbre del Mont Blanc por la ruta de Gouter tras una semana de condiciones meteorológicas adversas con unos últimos tres días en los que han precipitado 70 centímetros de nieve recientemente y venteada, y que han conferido a la montaña unas condiciones terroríficas», manifestaba en su perfil de la red social de Facebook, donde relata todo el periplo de esta inacabada, de momento, aventura. @Antonio Toral Perez

Como bien manifestaba antes de partir a esta redacción, no había nada asegurado porque ya durante el viaje de ida se encontró con nevadas persistentes, así que ce cumplió lo de «la montaña tendrá la última palabra”.

Diario de viaje de Antonio Toral

«Ya el martes por la noche, en el refugio de Tete Rousse, todos los guías, sin una sola excepción, llegaban a la conclusión de que la montaña no se encontraba en unas condiciones de seguridad mínimas y que no se llegaría siquiera al refugio de Gouter para intentar la cumbre al día siguiente, lo cual era un nefasto síntoma.

Aún así nos pertrechamos de ánimo y decidimos ascender hasta el citado refugio de Gouter y agotar cualquier posibilidad de escalada por remota que fuera.

Pero la arista de ascenso, tras atravesar la zona de La Bolera, quizá terminó de darnos todas las respuestas. Una arista que en condiciones estivales no habría debido suponer grandes problemas pero que en condiciones invernales, terreno mixto y con nieve reciente e inconsistente, nos hizo constatar personalmente la trampa en la que se había convertido aquella ladera y, por ende y en su conjunto, aquella montaña.

Aún así el miércoles por la mañana llegamos a Gouter, no sin emplearnos antes a fondo sacando casi todos nuestros recursos en la arista homónima, tremendamente expuesta y comprometida en estas condiciones, con aparente buena meteorología, hasta que poco tiempo después el cielo volvió a estallar precipitando otros 30 centímetros más de nieve, que se sumaban a los 40 del día previo.

Durante la noche y después de la cena del mismo miércoles en el refugio de Gouter se nos informó de las condiciones de la montaña a partir de los 3.800 metros, desaconsejando completamente cualquier tentativa a cumbre, por la alta probabilidad de aludes de placa merced a la gran cantidad de nieve reciente y venteada de los días previos y de ese mismo día.

Por tanto, y llegados a este punto, se impuso el criterio más sensato, que fue desistir de intentar hacer cumbre y aprovechar la ventana atmosférica del jueves 25 por la mañana para centrar nuestras energías en descender de una montaña que se había tornado en un dilema, claramente resuelto, entre anteponer la posibilidad de cumbre a la propia vida.

Y así ha sido y así fue, renunciamos a la cumbre para seguir abrazándonos a la vida, porque cualquier tentativa a esa montaña en esas condiciones solo podía calificarse como poco menos que suicida.

Y así hemos logrado concluir con éxito esta aventura, que, dadas las circunstancias, ha sido ascender hasta los 3.800 metros de Gouter y poder descender para volver a casa sanos y salvos, con todas las ganas de volver a abrazarnos a todas esas personas y esas cosas, que también amamos, del día a día.

Y no hay sentimientos de decepción en absoluto, pues ha sido una gran aventura, enriquecedora y llena de aprendizajes, y porque la montaña seguirá ahí, y amamos las montañas, pero, por encima de ello y de cualquier otra cosa, amamos la vida