Editorial

Hay lugares que son mucho más que un edificio, que guardan memoria, y que han sido testigos de generaciones enteras, de la vida cotidiana de un pueblo. El Mercado de Abastos de Jumilla es uno de ellos. Acaba de cumplir 75 años, y lo hace en un momento clave: el inicio de su remodelación integral, con una inversión de 1,7 millones de euros que lo transformará en un espacio más moderno, accesible y adaptado a las exigencias de los nuevos tiempos.
El mercado no es solo un lugar para comprar frutas, verduras o carne y pescado fresco. Es un punto de encuentro social, que genera confianza entre vecinos y comerciantes, y además, es un espacio donde aún pervive el trato cercano que difícilmente puede encontrarse en las grandes superficies. Quien entra en el mercado no solo llena la cesta, también participa de una tradición que forma parte de la identidad jumillana.


Por eso, la remodelación que acaba de comenzar no debe verse únicamente como una obra de albañilería, sino como una apuesta estratégica por el futuro del comercio local, que empezó en la anterior legislatura y que va a concluir en esta. Modernizar el edificio, hacerlo más cómodo, atractivo y funcional, es dar herramientas a los comerciantes para competir en igualdad de condiciones con la oferta cada vez más agresiva de las grandes cadenas y hasta de internet en alimentación. Y es también, al mismo tiempo, una forma de garantizar que ese latido humano y cercano no se pierda nunca.
Setenta y cinco años después de su inauguración, el Mercado de Abastos vuelve a abrir una nueva etapa. El edificio será más moderno, sí, pero lo que realmente lo mantendrá en pie serán las personas que lo llenen.