Editorial
Cada año, cuando se presenta una nueva edición de la Feria Agrícola de Jumilla, no solo se trata de un evento más, sino que lo que se hace es activar un motor clave para el presente y el porvenir de nuestro municipio. Esta muestra, que nació para poner en valor el trabajo del campo y acercar la innovación al agricultor, se ha convertido en mucho más que una exposición de maquinaria o un escaparate de productos. Se trata más bien de un punto de encuentro que fortalece la economía local y refuerza el tejido social de Jumilla.
Desde el punto de vista económico, la feria representa un impulso importante para un municipio cuyo ADN está ligado a la tierra. Las empresas participantes encuentran una plataforma de proyección para presentar sus últimas tecnologías, consolidar relaciones comerciales o abrir mercados. Cada acuerdo sellado se traduce en inversión, crecimiento y estabilidad para cientos de familias, y todo junto, convierte a Jumilla en todo un referente del sector.

Pero la repercusión no termina ahí, ya que la Feria Agrícola genera una actividad económica transversal que dinamiza numerosos sectores como la hostelería, que además en estas fechas se centra en las Jornadas Gastronómicas de la Ruta del Vino.
Además, la feria se convierte en un momento de reencuentro entre agricultores, técnicos, jóvenes estudiantes, visitantes y profesionales de otras regiones. Un espacio para transmitir conocimiento, debatir retos tan esenciales como la sostenibilidad hídrica o la digitalización del campo, y reconocer públicamente el esfuerzo de quienes trabajan cada día para que nuestra tierra prospere.
Por último, destacar que apoyar y hacer la Feria Agrícola más grande es defender también la vida del municipio y el orgullo de nuestra tierra.












