La verdad es que no sé a quién se le ocurrió la feliz idea de definir a los vinos con el nombre de caldos, pero lo cierto es que se ve que cayó bien y a pesar de que suena muy mal y de que para nada se corresponde con la realidad, se trata de un término que se utiliza en demasiadas ocasiones y que hay que ponerse manos a la obra para erradicar de una vez por todas, ya que como muy bien decía esta semana el presidente de la Ruta del Vino de Jumilla, Sebastián García, cuando alguien quiere disfrutar de un buen vino, lo que debe de hacer es simplemente eso, pedir vino y ya está. Sin embargo, si lo que quieres es degustar un consomé calentico, pues es entonces cuando pides un caldo. Por lo tanto, nada tiene que ver vino con caldo y por ello, este Grupo de Comunicación, en cualquiera de sus medios, se compromete a llamar a cada cosa con su nombre y a no escatimar en esfuerzos para que nunca más tengamos que volver a escuchar o leer una definición tan desacertada como esta para llamar a algo tan especial como el vino.
El refranero español es muy sabio y pide claridad en la expresión: «Al pan, pan, y al vino, vino». Pues eso. Llamemos al vino por su nombre, y dejémonos de eufemismos de una vez, y cuando oigamos a nuestro alrededor a alguien llamar caldo al vino, que no tengamos problema alguno en corregirlo y explicarle lo que dice el refrán.
De esta manera, solo queda esperar que con este tema, la cosa no cueste tanto como con el hecho de organizar actos en esta bendita Región de Murcia, donde a pesar de estar convocados por Consejerías o administraciones, se ofrecen vinos de otras denominaciones de origen, ‘olvidando’ que contamos con Bullas, Yecla y Jumilla certificadas como productoras de vinos de calidad.
En fin, que ni el caldo es vino, ni el vino es caldo, pero que siempre sea de Jumilla.