Por Isidro Terol Crespo

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Un día hice las maletas, me despedí de los míos, y cargado de muchas ilusiones y un poco de tristeza, me fui a 17.339,5 km de mi casa, así que ésta será la tercera Navidad de un jumillano a miles de kilómetros, con aventuras increíbles y mucha felicidad, pero también con altibajos emocionales, donde agradeces dónde estás, pero por un momento del año, no te importaría estar dónde siempre, haciendo lo de siempre  y con los de siempre.

Desearía poder estar en Jumilla, poder felicitar la Navidad, frente a frente, y la entrada del 2016. Pero, esa no es la realidad. Nuevamente, tendré que conformarme con una conexión vía Skype (si no está colapsada la línea ese día). Para los españoles que estamos en Australia, la Navidad es muy, muy rara. Tanto, que incluso no llegamos a sentir el espíritu navideño que tenemos en España.

La época navideña en Australia es a principios de verano y, acostumbrados a pasar frío durante las vacaciones, los españoles no acabamos de creernos que el día 25 de diciembre podamos ir a surfear y a tomar el sol en la playa.

Desde principios de diciembre, como en España, las casas y calles australianas son adornadas con luces y símbolos navideños, las palmeras se visten para la ocasión y por la playa puedes ver a algún australiano con un gorro de Papá Noel. Las comidas familiares a las que estamos acostumbrados en España, se convierten en barbacoas al aire libre acompañadas de tardes de deportes acuáticos: playa, nadar, surf, kayak… todo con gorros de Papá Noel y ropa de verano. Suena tal y como se vive, ilógico. Pero así es.

Aquí, en las Antípodas, no existen los belenes (hay pocos católicos, la mayoría son protestantes); no llegan los Reyes Magos, no existe el tradicional roscón; ¡ni qué decir el haba! (que si te sale, lo pagas…jajaja). ¿Las gambas? Siiii … pero no tan típicas como en las mesas de España, porque es un producto bastante caro. Los turrones y la comida… también son diferentes. La comida tradicional incluye un pavo, con jamón y carne de cerdo, y de postre, pudin de ciruela. En algunas zonas de Australia incluyen una pepita de oro dentro del pudin y según la tradición dará suerte a la persona que se la encuentre.

Aquí, llega Santa Claus (y decía mi padre que Papá Noel no existía…), no deja de ser gracioso que en las costas australianas, Papá Noel llega en tabla de surf o en un barco de salvamento de surf!  Y una vez allí da los regalos a los niños, vestido sólo con un traje de baño. Primero está el encendido del árbol de Navidad, en el centro de la ciudad. Se organizan mercadillos en South Bank, donde hay fuegos artificiales, el ayuntamiento se decora con un gran alumbrado en el que se coloca una pantalla gigante para proyectar películas navideñas. La cena de Nochebuena se celebra en el  restaurante (en mi caso, con amigos que están en la misma situación que yo, muy lejos de sus hogares y sin el calor de los suyos).

No podemos improvisar, si no queremos terminar cenando en un Mc Donalds.

El día 25 (día de Navidad)…qué recuerdos la comida familiar! !juntas con los primos, salida con los amigos…eso ha pasado al recuerdo. En Brisbane, ese día, se suele ir a la playa a hacer un «BBQ» (típica barbacoa en la playa).

El 26 de diciembre, conocido como el ‘Boxing Day’, los comercios hacen descuentos de más del 50% (similar al Black Friday en España).

En 2013, para celebrar la entrada del Nuevo Año, escogí la opción de Sydney en Harbour Bridge y Ópera House, ¡una experiencia diferente! Fuegos artificiales de película, pantallas gigantes para retransmitir las campanadas… y de repente el reloj con la cuenta atrás, sin sonido (no habían campanadas), ¿y las uvas?¡Tampoco se festeja con uvas!…me pareció algo sorprendente, acostumbrado a seguir la tradición. Eso sí, ¡recibí el año 9 horas antes que vosotros!

Este año… ¡más de lo mismo! No son unas Navidades tristes, pero tampoco felices! Aquí la gente no tiene el sentido de la Navidad como algo familiar, tiempo para festejar… son más bien independientes. Por eso, cuando empiezas a asimilar cómo vive la gente la Navidad aquí, Facebook se encarga de recordarte cómo tu gente lo celebra en tu país, cuánto te echan de menos y un montón de mensajes en los que te recuerdan que faltas tú.

El día 31 en principio trabajo hasta las 23 horas, así que poca celebración haré. Iré con los amigos  a ver los fuegos artificiales típicos aquí, (proyectados desde los edificios más altos), porque torre de reloj para campanadas no hay (cosa que aunque yo no tomaba uvas, que tomaba 12 panchitos «jajaja», echo de menos).

Respecto a la solidaridad, me llamó la atención que en España en esta época, todo el mundo comparte y ayuda al más necesitado. Aquí eso no se ve, no hay pobreza. El que vive en la calle, es porque ha adoptado esa forma de vida (porque el gobierno da pagas a todo ciudadano australiano).

Una vez más, no podré volver a casa por Navidad pero, estoy agradecido,… porque Navidad es sólo una vez al año, y eso me hizo aprender, que las oportunidades que aparecen en la vida, hay que saber aprovecharlas, porque te dan una visión de lo que se vivió, lo que se vive y lo que está por llegar, por eso merece la pena seguir lejos de casa.

Un deseo para el pueblo de Jumilla para la entrada del año 2016… que toque la lotería (a ver si hay suerte, ya que dice un cartel por ahí que Jumilla tiene la ‘J’ como Justino), prosperidad, más unidad y solidaridad.