José Ramón Sánchez.
Odontólogo Colegiado nº 797
Una preocupación frecuente que se detecta en las consultas dentales es el sangrado de encías. Es importante conocer que la respuesta de la encía ante la presencia de una forma mantenida de placa bacteriana, es el sangrado. Por lo tanto, cuando al cepillarnos o espontáneamente notamos sangrado, no se trata de hecho fisiológico normal, sino de un signo de enfermedad que indica el desarrollo de una gingivitis. La gingivitis es una inflamación de la gingiva o encía que puede estar producida por muchas causas, pero la más importante es la debida a los microorganismos presentes en la placa bacteriana. Los tejidos se inflaman y la manera más sencilla que hay para que estos vuelvan a la normalidad es el cepillado. Con el cepillado se consigue la eliminación de la placa bacteriana en la que están las bacterias y las toxinas producidas por estas que dan lugar a la respuesta inflamatoria y su manifestación, el sangrado.
Lo habitual es que al ver la sangre nos dejemos de cepillar, que es justo lo contrario de lo que debemos hacer. Al abandonar el cepillado, la situación empeora y la inflamación aumenta, haciéndose el cepillado cada vez más molesto, con lo que se entra en un círculo vicioso que es preciso romper. El cepillado, suave y mantenido, en unos días hará desaparecer la inflamación y el sangrado en la mayoría de los casos. Si no es así deberíamos consultar con el dentista por si fuera necesaria una limpieza de boca, aplicación de colutorios antisépticos, administración de antibióticos sistémicos o un estudio más detallado del caso que podría indicar otros tratamientos.
El cepillado no debe ser enérgico ya que se podrían producir lesiones en una encía blanda y sensible. La limpieza debe durar dos o tres minutos.
Debe realizarse en todos los dientes y en todas sus caras, teniendo un especial cuidado en las zonas donde el diente está en contacto con la encía.
Es importante tener una rutina en la realización del cepillado, empezando siempre por el mismo lado, recorriendo toda la arcada dentaria superior y después la inferior, por la cara interna, por la cara externa y por dónde masticamos, con el fin de no olvidar ninguna zona. Se debe cepillar también la lengua con cuidado.
No es necesario poner mucha pasta de dientes en el cepillo. Lo importante es el masaje de las encías y el proceso de eliminación de la placa bacteriana. No obstante la pasta de dientes contribuye a que el cepillado sea más agradable, aportando flúor que protege contra la caries. Se debe usar la seda dental en los espacios entre un diente y otro, ya que la seda elimina restos y placa en una zona donde es más difícil conseguirlo sólo con el cepillo.
Existen en la actualidad una serie de aditamentos que nos facilitan la eliminación de la placa en las distintas zonas como son, los cepillos eléctricos, los cepillos interproximales, los limpiadores linguales y la cinta dental. Todos ellos ayudan a conseguir unas encías limpias, sanas y fuertes.
Recuerden que una encía que sangra es una encía que protesta. Insiste en esa zona con la limpieza, en poco tiempo dejará de sangrar.