Dejadme media hora en la SER y yo arreglo esto de una puñetera vez.
Felipe González lanzó lo que consideraba su mejor órdago para enrumbar de nuevo al maltrecho PSOE como responsable Partido de Estado, y seguir con la línea política que durante cuarenta años ha hecho del bipartidismo el eficaz mecanismo legitimador del dominio del capitalismo español, legitimador de la explotación de la clase obrera y legitimador de la opresión de los pueblos y naciones del Estado.
Un González engreído en su condición de antiguo socialdemócrata acogido en su seno por la oligarquía de este país, haciendo uso de sus buenas relaciones con los grupos económicos monopolistas nacionales e internacionales, con una arrogancia que incluso le lleva a presumir de sus acciones de criminal terrorismo de Estado, lanza desde su base logística en la SER-El País su soflama beligerante en nombre de los monopolios y del gran capital. En esta ocasión intervino cual experimentado sicario, al cual se le encarga un nuevo y aburrido trabajo.
El Grupo PRISA ha dado a este país una lección de cómo los medios de comunicación de masas son instrumentos del sistema destinados a dictar las consignas políticas desde los centros económicos, jugando un papel fundamental en la legitimación de éstos ante los más amplios sectores sociales. Defensores de la libertad de expresión, como ellos se autoproclaman, no son otra cosa que instrumentos de manipulación de cualquier información, velando cualquier indicio de veracidad. Es de agradecer que, esta vez, hayan intervenido con tal descaro que una parte no pequeña de nuestra sociedad no podrá dejar de entender qué cosas son en realidad estas máquinas de la mentira y el engaño.
Por otra parte no deja de sorprender un Pedro Sánchez poseído de una convicción socialdemócrata que, después de lo llovido, resulta de un candor inconcebible. Parece que la historia, iniciada en 1914, fuera totalmente ignorada por el hasta ahora Secretario General, haciendo caso omiso también de las más inmediatas responsabilidades de los anteriores gobiernos de su Partido: Felipe González, Alfonso Guerra, Rubalcaba, Corcuera, Zapatero, Jordi Sevilla, Javier Solana, etc.
Lo que hemos presenciado esta pasada semana es el enfrentamiento de dos formas de ver el futuro del PSOE. Una forma, más directamente vinculada a las estructuras superiores del capitalismo internacional, que es la que representa de una forma más genuina F. González, y otra, que tampoco cuestiona el capitalismo, pero que confiada en el carácter social benefactor de la línea socialdemócrata para la ciudadanía, mantiene el espejismo del decaído estado del bienestar. Posición, esta última, que hoy tiene un gran ascendiente entre sectores amplios de la clase obrera, y de la pequeña y mediana burguesía, empobrecidos y maltrechos en estos años de la última crisis capitalista.
Esa confrontación interna es activada también por el nuevo proyecto socialdemócrata de PODEMOS. La disputa por el mismo espacio político y por la misma base social. Antes o después esto tenía que llegar.
Pero ha llegado de forma bastante ruidosa.
¿Tenía alguna posibilidad la línea de Pedro Sánchez de reconducir a la casa propia parte de su base social abducida hoy por Podemos? Eso ya nunca lo sabremos, pero el intento desde luego tenía ese objetivo.
Lo que nos queda a día de hoy es la constatación de que en el capitalismo español actual, en su fase imperialista y en su situación de crisis generalizada, no hay margen para una gestión socialdemócrata del sistema.
El capitalismo está rebañando el fondo del caldero, ahora no tiene otra opción que aumentar la explotación de la clase obrera, estrujándola cual limón al que se le quiere sacar la última gota.
Con la caída de Pedro Sánchez también caen, cada una a su manera, todas las variadas propuestas socialdemócratas que son alimentadas por el sistema como parte del engaño y alienación de amplias masas obreras.
Los partidos engaña obreros, los flautistas de Hamelin que tratan de embaucar a la clase obrera prometiéndole una mejora de sus condiciones de vida en el capitalismo, sin revoluciones, se estrellarán contra el muro levantado por la dictadura del capital en defensa de sus intereses de clase. Hay que decirlo con claridad, no habrá ningún capitalismo social.
La Primera Transición agotó su capacidad para sostener la estabilidad del capitalismo español, hoy el barco hace aguas por todas partes. En lo económico, en lo político, en la unidad territorial, en la credibilidad de las Instituciones, etc.
Está en marcha la estrategia de la Segunda Transición, que enfrenta la necesidad urgente de resolver el objetivo de estabilizar al capitalismo español en una fase más avanzada de su desarrollo imperialista, de su dictadura.
Los poderes fácticos, que intervienen de forma directa bajo la disciplina del capital, actúan desde detrás y desde el interior, y hacia el exterior se mantienen en silencio como si no actuaran.
Son las fuerzas más sometidas al gran capital las que se han impuesto en esta guerra interna del PSOE, una vez más en estos años vuelven a perder la pequeña burguesía y la aristocracia obrera, cuyas posiciones representaba Pedro Sánchez. El capital monopolista no deja sitio para sus tímidas aspiraciones reformistas y conformistas. La ley del capital es una dictadura feroz, que hoy no hace prisioneros, y que asesina de forma despiadada a quienes no le sirven.
En el capitalismo español están conformados diversos grupos oligárquicos, con intereses económicos diferentes, y por ello hay distintas formas de entender esta Segunda Transición, lo que lleva a una pugna entre ellas por imponer la salida que más conviene a cada grupo en esta nueva etapa de ejercicio de la dictadura del capital. En medio están los Partidos Políticos que, de una u otra forma, quieren acceder a una cuota de la gestión del capitalismo. Ninguno de los que están en las Instituciones planta cara al capital monopolista.
Lo que estamos viendo en estas fechas son las contracciones preparto de la Segunda Transición. El capitalismo español no puede, ni quiere, esperar más. Felipe González ha dado un fuerte empujón al proceso, aunque nadie garantice todavía cuál será el desenlace último. Cuando finalmente se forme un nuevo Gobierno, con urgencia se va a imponer esa Segunda Transición, en veinticuatro horas si es necesario, y, además, con el apoyo de sectores amplios de la sociedad que considerarán que ya por fin se normaliza la vida del país.
La víctima propiciatoria de esa Segunda Transición, al igual que en la Primera, será la clase obrera. El agotamiento del capitalismo, en su fase imperialista, requiere de un aumento mayor de la explotación, más precariedad en el empleo, más privatizaciones, más recortes de servicios sociales, más gasto militar, más estado policial, menos democracia,….. El nuevo gobierno, no importa cuál sea su composición, aplicará esta línea política con mano de hierro. El capital no tiene otra salida, y su poder dictatorial se pondrá de manifiesto de una forma más clara en la próxima etapa. El ejemplo de Syriza y Tsipras no puede ser más clarificador.
Las trabajadoras y los trabajadores nada tienen que ganar en el futuro capitalista español. El camino que tiene que seguir la clase obrera es el de la lucha por los intereses propios. Hay que aprovechar las actuales inseguridades y dificultades de la dictadura del capital. Golpear con fuerza al enemigo de clase cuando su posición es más inestable. Organizar el contraataque, por el Poder Obrero. Ahora, ya.
El Partido Comunista de los Pueblos de España estará a la cabeza de ese proceso, sin crear falsas ilusiones, ejerciendo de vanguardia y abriendo camino a un proceso de acumulación de fuerzas sustentado en las alianzas sociales en un frente obrero y popular por el socialismo. Construyendo la unidad de la clase en los Comités para la Unidad Obrera (CUO) y movilizando a amplias masas por la paz y contra la guerra imperialista, junto a las luchas de las mujeres y de la juventud obrera y estudiantil. Un amplio movimiento de masas, con el liderazgo de la clase obrera, como estrategia de acumulación de fuerzas para un contraataque generalizado contra la dominación capitalista y por el socialismo.
Sobran los capitalistas, todo para la clase obrera.
Carmelo Suárez. Secretario General del PCPE