Que populares y socialistas no se entiendan no debe sorprender a nadie, aunque sí lo hace la disparidad de criterio de unos y otros cuando ocupan este o aquel sillón.
Durante esta semana se ha producido la valoración de la labor realizada por el equipo de Gobierno a lo largo del ya extinto 2016, tanto del Partido Popular como del Partido Socialista, con reseñables diferencias entre ambas aunque con un factor común: cada uno dice lo que le interesa.
En primer lugar fue la oposición, con la cabeza visible de Alicia Abellán, la que sacó una larga lista de lo que, a su juicio, son deficiencias, mala praxis y dejación acerca de distintos temas. El principal dardo fue el dirigido a algunos apartados de las partidas presupuestarias del pasado año, que el PSOE no ha cumplido y ha dejado sin gastar, con el consiguiente perjuicio de los distintos colectivos destinatarios. No les faltó rotundidad a los populares, calificando el año como “perdido”.
Sin embargo no fueron capaces de reconocer las cosas buenas que también ha hecho el actual equipo de Gobierno. “Siempre negativo, nunca positivo”, como diría Van Gaal. Y es que la fiesta va por barrios. El objetivo de la oposición es criticar a todo y a todos, y eso lo puede hacer cualquiera.
Posteriormente fueron los socialistas los que saltaron a la palestra para resaltar ‘las maravillas’ ejecutadas en el pasado año, eso sí, con una nula capacidad para reconocer errores. Bajada de impuestos, tasas y precios públicos, aumento de inversión en las distintas concejalías… Que sí, que tienen razón, pero en total fueron más de cuarenta y cinco minutos en los que la autocrítica brilló por su ausencia. Vender las virtudes y ocultar los defectos es algo que no esperamos de nuestros políticos, a los que les presuponemos, por estar donde están, cierta altura de miras.
Si para unos todo es malo, para otros todo es bueno. O negro o blanco. Digo yo que tendrá que haber un término medio. Qué gris lo veo todo, y que el 2017 ponga luz en unos y otros.