Ojalá no hubiese nada que celebrar, nada que reivindicar y el 8 de marzo fuese un día más. Si la igualdad de derechos fuese un hecho, el Día Internacional de la Mujer no tendría tanto sentido. Pero todavía no lo es, ni lo será a corto plazo.
La primera celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora tuvo lugar en 1911, aunque las mujeres del mundo venían luchando por sus derechos y libertades desde mucho antes y han continuado con sus reivindicaciones hasta hoy. Pero en el último lustro, debido a la crisis económica, política y social, ha habido un retroceso de muchos de los logros conseguidos hasta el momento.
En los últimos años, las políticas de igualdad han perdido peso de manera evidente en las administraciones, porque a pesar de buscar los políticos las fotos en este sentido, lo cierto es que la apuesta presupuestaria en este tema ha pasado a segundo plano. No basta con decir continuamente jumillanos y jumillanas, niños y niñas, o miembros y miembras. Es necesario ir más allá y poner de manifiesto una apuesta clara.
Por otro lado, el empleo es otro de los factores que perjudica a las mujeres. La crisis ha afectado de forma masiva en términos de empleo tanto a las mujeres como a los hombres. Pero debemos tener en cuenta que las mujeres ya estaban en una situación previa de desigualdad, por lo que les ha dañado doblemente. Igualmente, por desgracia, las que logran un empleo lo hacen en inferioridad de condiciones económicas. Además, con la llegada de la crisis ha crecido el número de mujeres que dependen económicamente de los hombres.
Pues bien, todo esto son situaciones comunes, pasan de forma habitual y presiden la actualidad en igualdad, por lo que hay que concienciar, invertir, creer y trabajar en pro de la eliminación de estas desigualdades sin sentido, porque los tiempos han avanzado y ahora hay que remar para nunca más tener que celebrar el 8 de marzo.