El martes un terrible terremoto, de magnitud 7’1, sacudía Ciudad de México, dejando hasta el momento 217 víctimas, de los que 32 eran niños por el derrumbe de un colegio. El Ministerio de Asuntos Exteriores también ha confirmado la muerte de un español.
El terremoto afectaba la capital, la colonia de Polanco y a los estados de México, Morelos, Puebla, Guerrero y Oaxaca. Dos jumillanos vivieron en primera persona este seísmo al encontrarse en alguna de las zonas afectadas. Se trata de Juan Ignacio Martínez Valero y Cati Abellán Martínez. Según los familiares, ambos se encuentran bien.
Juan Ignacio Martínez Valero, conocido en Jumilla con el apodo de Ato, reside y trabaja desde hace algún tiempo en Puebla, que fue el epicentro del terremoto. Según su hermano Gabriel Martínez, se encuentra bien, aunque asegura que “ha pasado mucho miedo e incluso pánico”. A la hora del suceso, Ato se encontraba en el instituto donde trabaja dando clase, junto a sus alumnos y compañeros que vivieron momentos caóticos. Aunque muchos edificios de alrededor donde habita este jumillano están totalmente derrumbados, en el suyo apenas aparecieron unas grietas. En aquella zona todos los habitantes están advertidos de que pueden haber réplicas, pero el jumillano no tiene la intención de venir a España. Curiosamente en el terremoto ocurrido en el país hace algo más de 30 años, el padre de Juan Ignacio Martínez, también estaba en Puebla y lo vivió de la misma forma que ahora lo ha sufrido su hijo.
En el caso de Cati Abellán Martínez está vive en Polanco, México DF, donde se trasladó en el mes de enero, junto a sus dos hijas, por el trabajo de su marido. Según ha informado su hermana Carmen Abellán, también se encuentran todos bien e igualmente asegura que “pasaron mucho miedo, puesto que estaban solas en casa y, a pesar de que saltó la alarma sísmica, no les dio tiempo a salir del edificio”. Carmen relata que, según le contó su hermana, “se abrazó a sus hijas, se arrodillaron y se situaron debajo del marco de una puerta”, ha dicho y ha añadido que “ella pensó que era el final”. Cuando pasó todo, Cati decidió irse a un hotel cercano para esperar a su marido, y fue éste el que volvió a la vivienda para comprobar que podían regresar y así fue, ya que el edificio tan solo sufrió unas grietas.
En este caso, según su hermana, Cati y su familia se encuentran todavía en estado de shock y no han tomado una decisión sobre si volverán a España o no.