La pasada semana se presentaba la plataforma ciudadana ‘Salvemos nuestra Tierra’, una iniciativa que surge tras las primeras noticias sobre la construcción de una macrogranja porcina en la Cañada del Judío y que ha unido a los afectados por las instalaciones de este tipo que hay en la zona de La Celia, que llevan sufriendo más de 20 años las penurias provocadas por esta forma de ganadería intensiva que les ha cambiado la vida, con problemas que rozan o incluso superan la salubridad mínima que se requiere para poder vivir en paz.
Escuchar hablar a los portavoces de esta plataforma te traslada rápidamente al problema, y son capaces de hacerlo sin grandes aspavientos, tan solo explicando la situación, sin necesidad de enfrentamientos, solo con motivos y razones.
En este mismo sentido, esta semana hemos tenido la oportunidad de mantener una entrevista con Antonio Otazo, vecino de La Celia que cuenta su experiencia de ‘convivencia’ con las macrogranjas que hay cerca de su casa y sin duda alguna, lo que más llama la atención es que encima lo hace desde la cordialidad, la mesura, el diálogo y la conciliación, ya que su petición no es eliminar las macrogranjas o arremeter contra la empresa, sino todo lo contrario, solo pide que antes de meterse en hacer más grande el problema ya existente, que se solucione lo que hay ahora. Siempre hemos creído en las buenas formas por encima de la violencia y este es un claro ejemplo.