Eva López Abellán publica su TFM para dar a conocer cómo se vulneran sus derechos por tener una diversidad funcional motora.

Lola Tomás Ruiz

Eva López Abellán sufre una diversidad funcional motora a consecuencia de una enfermedad rara que le sobrevino hace cuatro años, siendo estudiante de 4º del grado de Educación Primaria en la UMU.
Con cuadriplejía espástica, una enfermedad neurológica progresiva que no tiene tratamiento ni cura, ha podido finalizar el grado y llevar a cabo un estudio que forma parte de su Trabajo Fin de Máster basado en Inclusión-Exclusión Social y Educativa: Políticas, Programas y Práctica. En el mismo, denuncia las dificultades que sufren las personas con discapacidad motora y cómo son discriminadas en el ejercicio pleno de sus derechos por tener una diversidad funcional.

Objetivo

Eva presenta su trabajo en la UMU a través de una compañera, que da lectura o todo lo dictado por ella, y comienza su introducción haciendo mención a “su pelea incansable” por alcanzar derechos robados que para “el Estado social y democrático de Derecho, son una tarea pendiente para las personas con diversidad funcional”.
La joven de 24 años da a conocer así, su “postura crítica y luchadora ante unas injusticias que me comprometen”, señala, y desea hacer visible “hoy más que nunca que hay que tomar conciencia de todas estas violaciones de los derechos humanos”.
Su trabajo de investigación describe situaciones de vulneración de esos derechos, desde su propia percepción y a través de un muestreo en personas con diferentes grados de diversidad funcional motora entre los 30 y 60 años y ha contado con la colaboración de entidades como ASPAYM, la Asociación de Parapléjicos y Grandes Minusválidos de Murcia y AMFIJU, la Asociación de Minusválidos Físicos de Jumilla.
Los resultados son reveladores para la estudiante, ya que el 75% de los participantes afirman haber experimentado alguna situación de discriminación por diversidad funcional en varios ámbitos, en el educativo, en el del trabajo y empleo, en el derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad.
La discriminación se percibe en todo, y el estudio revela que aumenta cuanto mayor es el grado de afectación, “luego menores son las oportunidades, para vivir de forma independiente”.

Eva López pide “un pequeño esfuerzo” y pretende que se entienda que las personas en situación de discapacidad “somos igualmente válidas y que por tanto, no tenemos capacidades diferentes, pero sí oportunidades diferentes” y para ella, esta es la clave, ser capaces de mirar al prójimo como una persona exactamente igual a nosotros, “será entonces, cuando todo empiece a cambiar de verdad”, sostiene.
“Una condición de salud, es tan cobarde, que tiene el poder de arrebatarte los sueños, incluso la vida, sin ni siquiera pedirte permiso, pero una persona es tan valiente, que tiene el poder de pelear incansablemente para que nada ni nadie le arrebate su vida, sus derechos y su libertad”. Y eso es lo que continúa haciendo Eva López desde casa, peleando y luchando por su vida.

Autobiografía

En este trabajo, Eva ha dedicado un capítulo a su autobiografía, de la que se destacan unas líneas en este reportaje:
“No puedes abrir las manos. No puedes estirar los brazos. No puedes mover los miembros superiores. Entonces, solo queda el recuerdo de la vida, del sonido de unos pasos luchando por dar el siguiente. Eso, para continuar”.
“No tienes equilibrio. No puedes doblar las rodillas. No puedes mover los miembros inferiores. Entonces, solo queda el recuerdo de la vida de saber en carne propia, cómo duele dejar de hacerlo todo por última vez. Eso para seguir”.
“No puedes hablar. No puedes masticar. Entonces, deseo que cuando mi papá me coge en brazos o mi me mamá me abraza, me acaricia o me besa, ese periodo de tiempo sea eterno. Deseo que cuando las personas me abrazan, no me suelten. Deseo que el sonido de las carcajadas, no cesen. Deseo…”


“No preguntarían por qué, si entendieran que no todo en la vida lo tiene. No ahorrarían en ganas ni en tiempo, si supieran que nada de esto es eterno. No habría tormentas que pudiera ahogarles, si aprendieran a ser su propio salvavidas. Eso, para vivir”.
“Cuando has tenido que pelear por todo eso tan simple que te pertenece, por eso que es tuyo y nada ni nadie tiene derecho a arrebatar(te) jamás; cuando te das cuenta de que no es justo, de que no hay culpables, entonces te agarras a cada instante, a ese salvavidas; a ese que cuando te mira te recuerda por qué a pesar de ser un náufrago, sigues sobreviviendo en medio de este océano llamado vida”.