Es coordinadora de Trasplantes en el Hospital Rafael Méndez de Lorca

Transmite la vocación y entrega que tiene por su profesión y teniendo en cuenta que se dedica a la Sanidad, esos valores adquieren mayor relevancia. Es Ana Burruezo López, una joven jumillana, intensivista y que recientemente ha sido nombrada coordinadora de trasplantes del Hospital Rafael Méndez de Lorca. En este centro, hace unas semanas se realizó, por primera vez en muchos años, una extracción multiorgánica con la participación de más de una decena de profesionales y Ana Burruezo fue la encargada de coordinar todo el dispositivo.
Reconoce que cuando comenzó a estudiar medicina no tenía claro lo que quería hacer. Después eligió la especialidad de medicina intensiva (trabaja en la UCI) y durante su formación afirma: “Tuve la suerte de formarme con Ana Renedo, que trabaja en el Morales Meseguer y con ella y otros compañeros, descubrí lo maravilloso que es la labor que realizamos”.


De lo duro y difícil de su profesión, sabe sacar lo positivo, que a fin de cuentas es salvar vidas. Y es que la función de Ana consiste, una vez que ha fallecido el paciente, en hablar con sus familiares y solicitarle los órganos de su ser querido, “es el peor momento de esa familia y debemos plantearles, con poco margen de tiempo, la donación de los órganos”.
Y ese trámite requiere de mucha empatía, un tacto exquisito y poner todo el cariño y corazón posible para transmitir a esa familia, que está sumida en un gran dolor, que los órganos de su ser querido van a hacer que otras personas sigan viviendo.
Ana cuenta que “en muchos casos, cuando nos dicen que sí, es un consuelo para ellos, es un momento especial que representa, de alguna forma, que no nos vamos del todo y que unos y otros nos ayudamos”.
A partir de ese momento, Ana Burruezo organiza todo el proceso de extracción en el hospital. De ahí todo se comunica a la Organización Nacional de Trasplantes que cuenta con un listado de pacientes y, según la compatibilidad de ese órgano, se elige al receptor.


España se encuentra a la cabeza a nivel mundial en donación de órganos, aunque “nunca es suficiente”, se lamenta Ana Burruezo pero confía mucho en la gente, “ser donante te da la generosa opción de salvar la vida de otros, incluso hay que pensar que en algún momento podemos ser nosotros o familiares los que necesitemos de ese órgano”.
Como todos los sanitarios y profesionales que han estado en primera línea, la pandemia está siendo para Ana “una lección de vida, profesional y personalmente. Hemos sentido miedo, presión e impotencia y ha sido muy duro”.
A pesar de haber perdido muchas vidas y tener que despedir a esas personas lejos de sus familias, Ana se muestra esperanzada: “Con todo lo vivido, como profesionales estamos aprendiendo mucho y espero que, como sociedad, sigamos también aprendiendo”.