Antonio Otazo Guardiola es vecino del paraje de La Celia
Mari Carmen Cañete/Gustavo López
La pasada semana se informó de la presentación de la Plataforma ‘Salvemos nuestra tierra. No a las macrogranjas’ y hoy se refleja el testimonio de Antonio Otazo Guardiola, un vecino del paraje de La Celia que viene sufriendo los efectos y las negativas consecuencias de unas macrogranjas ya instaladas, ubicadas en términos municipales de Castilla La Mancha pero que lindan con el de Jumilla.
-P: ¿Cómo ha cambiado la vida de los vecinos de los vecinos de La Celia desde la instalación de las macrogranjasue hay en la zona?
– R: En el año 97, una empresa muy fuerte a nivel regional adquiere dentro del término de Hellín, en el paraje de Madax, Cañada del Corral, Los Generales y Cañada de Vicente, diferentes fincas de grandes extensiones de terreno con el fin de proyectar unas macrogranjas para la cría de ganado porcino. En esa época empiezan la reconversión de las fincas, se comienzan a crear núcleos que se van aproximando al término municipal de Jumilla y a las casas del núcleo rural de La Celia. En principio vamos conviviendo bien con la evolución de esa explotación, pero poco a poco observamos que van aumentando e intensificando una serie de problemas relacionados con los malos olores por las balsas de purines y con la aparición de moscas que es bastante considerable.
Entre tanto, del año 2000 a 2005 se dieron una serie de factores que incidieron en que los vecinos de La Celia no hicieran barrera a esa situación. Se produce un cambio generacional, aquellos agricultores entran en edad de jubilación y ceden la explotación y las viviendas a sus hijos. Se produce un pequeño éxodo rural donde los habitantes se trasladan a Jumilla para vivir. Todo esto hace que los vecinos no estén preparados para afrontar una oposición frente a la empresa, no se organizan para abordar el problema, los años van pasando y no se hace nada, porque esas casas pasan a ser viviendas de agricultores, a las que solo se va a trabajar o segundas viviendas. Ahora se ha revivido el problema puesto que hemos pasado más tiempo allí, debido a la situación de la Covid y somos conscientes que con el paso de los años todo se ha intensificado.
-P: A todo esto se une una asamblea en agosto donde se les informa de la posibilidad de la instalación de otra macrogranja en la Cañada del Judío
-R: Efectivamente. El pasado 20 de agosto en la asociación de vecinos de La Celia mantuvimos una asamblea general ordinaria donde se nos informó de la posibilidad de que una empresa cárnica construyese en el paraje de la Cañada del Judío algo parecido a lo que nosotros tenemos cerca, una macrogranja.
En nuestra zona son diferentes núcleos que abarcan desde Cancarix hasta la Celia, con la particularidad que en ese periodo de transición se construyen dentro del término municipal de Jumilla unas granjas, parece ser que son lechoneras, de 12.000 cabezas. Es cierto que por su ubicación y por sus características orográficas, nos dimos cuenta una vez que ya estaban construidas, porque no es visible. Además están prácticamente en los límites de ambas provincias, por lo que a simple vista es difícil de valorar si están en Castilla la Mancha o en Murcia. Eso ha generado que haya vecinos que se han enterado ahora. En esa asamblea nos ofrecieron bastantes datos, que nos dejaron perplejos y sorprendidos. Parece ser que de esa lechonera había una solicitud de duplicación. En esa reunión, que marcó un punto de inflexión para los vecinos, también se dio cuenta de la creación de la plataforma y toda la información de la que disponen y ahí es cuando los vecinos, por unanimidad, dicen basta ya. Estamos sufriendo esto y aguantando sin molestar a nadie, viviéndolo en silencio, porque no hemos tenido la capacidad de organización y hemos cometido el error de no afrontar el problema, pero esto no puede seguir así.
-P: ¿Intuyen que se van a generar los mismos problemas que ustedes vienen sufriendo desde hace décadas?
-R: Creemos que sí. En nuestro caso son más de 20 años y los vecinos hemos dicho que hasta aquí. Si nosotros hemos aguantado y ahora en la Cañada del Judío nos viene algo similar y que no sabemos si va a tener el mismo impacto social y medioambiental. Hemos intentado convivir con ellos, pero sí es cierto que en ningún momento hemos tenido una reunión con la empresa, nunca nos han preguntado sobre el impacto que tiene esa explotación hacia nosotros, si son efectivos los tratamientos que hacen para los insectos, la afección de las moscas, de los malos olores. Insisto, hemos intentado convivir, pero nosotros estábamos antes que llegaran ellos.
Sería una utopía que pudiéramos convivir juntos. Si no nos hubiesen generado ningún impacto estaríamos encantados, pero no ha sido así y tampoco es justo que nosotros tengamos que vivir de esta forma. Son muchos los factores que nos están afectando: pérdida de valor de las propiedades, se están devaluando las parcelas, las viviendas, el problema es insostenible. Nos gustaría que pudieran reconducir la situación.
Además, el problema viene por derivación, porque encima esto viene de otra Comunidad Autónoma. Esta explotación se inicia en Castilla la Mancha. La lechonera del término municipal de Jumilla no es un núcleo apartado o diseminado, es un añadido y una extensión de toda la explotación de la que dispone esta empresa. Además tienen terrenos que llegan hasta las mismas casas de La Celia y otra de las incertidumbres es que no sabemos hasta qué punto pueden avanzar todavía más.
-P: Habla de olores, moscas. ¿Esas son las principales problemáticas?
-R: Son problemas que han ido aumentándose. Los malos olores que dependiendo del aire, hace que sean más intensos o menos. El tema de las moscas es algo insostenible. Hay veces que no puedes salir de la calle, si hace más calor, si sudas se te pegan en el cuerpo cientos de moscas y obviamente es algo muy desagradable.
Estamos preocupados porque dependemos de una serie de tratamientos que hace la empresa dentro del núcleo de casas rurales de La Celia y no sabemos hasta qué punto nos puede estar perjudicando o hasta qué punto eso está dentro de los parámetros o de la normativa que debería cumplir la empresa. Se está tratando, suponemos con insecticidas, dos o tres veces por semana fumigan y no sabemos si con la suficiente seguridad. Sabemos que seguramente sean perjudiciales, pero si no se hacen, no podemos vivir allí.
También dependemos de los aljibes, que por derivación de esos productos no sabemos hasta qué punto puede ser perjudicial para los vecinos. En un perímetro tenemos una serie de bidones que no tienen ningún tipo de etiquetado, donde acaban las moscas atrapadas y que están accesibles a cualquier persona que pueda pasar por allí, algo que también nos tiene bastante preocupados.
-P: Entienden por tanto el movimiento social generado en torno a la posible instalación de otra macrogranja y la constitución de la plataforma
-R:Lo entendemos perfectamente. Por mucho que esa macrogranja que se quiere incorporar nos la pinten muy bonita y con un proyecto muy innovador, partimos de una mala experiencia y la gente ve el grave problema que tenemos allí, por lo que no pueden estar a favor de que ese problema entre todavía más de lleno en el término municipal y se traslade a la Cañada del Judío. Además una zona que aporta un PIB potente, una zona regable, con frutales y cultivos ecológicos.
-P: La alcaldesa informó que no tenían ningún proyecto presentado, pero que sí habían visitado un proyecto piloto que parece que no generaba estos inconvenientes
-R: Si es un proyecto innovador, esperemos que lo sea, y que se erradiquen los inconvenientes que se generan. Los vecinos de La Celia nunca hemos puesto ninguna traba, no los hemos considerado nuestros enemigos, pero es una situación insostenible.
-P: Pero todo lo que sea legal, no se puede prohibir
-R: Está totalmente claro, el rumbo de la asociación de vecinos de La Celia es buscar ayuda donde antes no hemos sabido, en la normativa y la legislación, donde el habitante de un núcleo rural tenga derecho a una convivencia digna y con salubridad.
-P: ¿Qué mensaje lanzaría a la población?
-R: Quizás que el mensaje no es nada halagüeño, pero sí esperanzador. Nosotros tenemos la esperanza de que esto se solucione, no solo para una empresa cárnica que quiera montar una macrogranja en Jumilla, sino para cualquier otra, pero que lo haga sin generar impacto medioambiental y social negativo para los habitantes que componen esa zona. Al ciudadano de Jumilla, le diría que dentro del término municipal hay un problema que quizá no conoce y lo interesante sería solucionar ese problema antes de dejar entrar otro. El jumillano tendría que pensar y valorar qué futuro quiere, si quiere un futuro sostenible o no. Quizás la misma empresa puede hacer que ese futuro sea sostenible o no, y si lo puede hacer que lo haga y le haga la vida más fácil a los jumillanos, con lo más básico: salubridad y bienestar.
Esperemos que el resultado final sea bueno para todos, para la empresa y para el conjunto de los vecinos de Jumilla.