En clave de sol by Gustavo López

La tarde del Jueves Santo en Jumilla tiene un significado diferente. No es un desfile más. Se trata de un acto que diferencia a nuestra Semana Santa y que debe de volver atrás para conseguir combinar diversión, alegría y respeto, como lo ha venido haciendo siempre.
Este año, como casi todos ustedes sabrán ya a estas alturas, desde el Ayuntamiento se ha puesto en marcha una campaña bajo el eslogan de ‘Cuidemos lo nuestro’, tres únicas palabras que resumen a la perfección lo que tenemos que hacer si no queremos correr o lamentar lo que no supimos defender en su momento.
Porque la tarde de Jueves Santo debe ser una expresión sobria, elegante y sentida de nuestra identidad. Las manolas, vestidas de riguroso luto, a ser posible sin minifaldas, recorren las calles camino de los Monumentos expuestos en las iglesias para rezar ante ellos. Es un desfile que no necesita palabras, ni aplausos y coros improvisados, solo respeto.


Sin embargo, lo que viene sucediendo en los últimos años ha venido a amenazar el normal desarrollo de este acto tan especial, y sinceramente que no es solo culpa de los bares de la zona o de los cientos de personas que allí se agolpan para disfrutar del desfile. Hasta aquí se ha llegado porque entre todos la mataban y ella sola se murió, desde las propias hermandades que participan, pasando efectivamente por bares, cafeterías y público masivo, y terminando por la Junta Central que se cree que esa tarde, la cosa no va con ellos, e incluso dicen que no organizan nada, y ni banda de música ponen, como sí se ha hecho durante muchos años.
“Cuidemos lo nuestro” es un lema sencillo, pero cargado de sentido, que deberíamos de seguir todos al pie de la letra. Porque el respeto también es parte de la fiesta. Y no solo eso, una vez más también deberíamos tener presente la consideración que hay que tener hacia las bandas de música, parte igualmente fundamental en procesiones y desfiles, que tienen que soportar como la gente se cruza entre ellos, pasa con una silla en la cabeza, hablan cuando ellos interpretan o les lanzan caramelos para hacer la gracia sin respetar su trabajo.
Hoy acabo este artículo que semanalmente escribo, deseando que en la próxima edición tenga que felicitar a todos porque hemos respetado, colaborado, participado y contribuido a sentirnos orgullosos por algo que nuestro, de nadie más.