La ronda gala entra en su tercera semana con todo por decidir. Chris Froome sigue líder, con 27 segundos sobre Urán y Bardet
El Tour de Francia entra en su fase decisiva, en la tercera y última semana de carrera, y con ella, el último bloque de montaña y una última contrarreloj individual a celebrar el penúltimo día.
Y se llega en la situación soñada por cualquier organizador de cualquier gran ronda ciclista por etapas, con algunos de los líderes tremendamente igualados y aún, a falta de la importante etapa de mañana con final en el mítico Izoard y la citada crono individual del sábado en Marsella, casi todo por decidirse.
El pasado jueves 13 de julio (12ª etapa) se disputaba la primera jornada pirenaica de las dos con que contaba este año la carrera. Etapa de gran desgaste por la distancia –superior a la barrera mental y fisiológica de los 200 kilómetros– y plagada de puertos de entidad manifiesta. El desarrollo de dicha jornada de alta montaña estuvo marcado por el frenético ritmo impuesto por los hombres del que en aquel momento era el líder de la carrera, el británico Chris Froome. Ritmo cuartelero que condujo al fracaso la fuga del día, neutralizada en las misma rampas del último puerto, el col de Peyresourde, y que frustraba los tímidos ataques que se sucedían entre los hombres más importantes de la competición. Como los que protagonizaban en la escalada más dura y exigente de la jornada –el Port de Balés– el francés Warren Barguil y el bravo ciclista español Alberto Contador, que lo intentaba, como viene siendo tónica habitual durante los últimos años, con más corazón que fuerzas.
La propuesta hecha por el organizador para la jornada siguiente (13ª etapa) con salida en Saint Girons y llegada en Foix, rompía por completo con la extenuante ruta de desgaste programada para el día anterior, dirigiendo a los ciclistas a realizar una incursión pirenaica de tan solo 101 kilómetros, con puertos, a priori, de entidad menor.
Pero el líder de la carrera ese día, el italiano Fabio Aru, se quedaba sin equipo durante el primer puerto del día, el col de Latrape, y dicha falta de autoridad se tradujo en lo que tanto se ansiaba por los aficionados y que no pudimos ver el día anterior: movimiento por parte de los hombres importantes de la competición a kilómetros de la meta.
Y fue Contador –era Contador una vez más– el encargado de, apoyado en las pedaladas de Warren Barguil en primera instancia y de Mikel Landa y Nairo Quintana posteriormente, dar ese toque ofensivo a una carrera ciclista bloqueada hasta el momento por el intratable equipo Sky y la manifiesta igualdad de los líderes del resto de escuadras.
Así Contador lanzaba un duro ataque a 70 kilómetros de meta, que cogía rápidamente una diferencia superior a los dos minutos y que hacía soñar con que el alavés Mikel Landa, mejor clasificado de los hombres que habrían la competición a tan solo 2´55´´ del liderato, pudiera vestirse de amarillo en aquella misma jornada.
Pero la falta de galones dentro del equipo Sky de Landa, junto a un equipo que dominara la situación con autoridad, propició que durante el tercer y último puerto del día, el Mur Péguère, las embestidas se sucedieran de manera continua entre el resto de líderes –también Froome pese a llevar a su compañero Landa por delante– haciendo decrecer las diferencias con el cuarteto que habría la carrera hasta bajar de los dos minutos en meta. Meta en la que se impondría finalmente Warren Barguil en un apretado sprint con Alberto Contador.
Los Pirineos, pasados de puntillas en esta edición, dejaban paso –sábado y domingo– a otras dos etapas de desgaste y espectáculo en el llamado macizo central.
La primera de ellas (14ª etapa) con final en Rodez acabaría en una cota no puntuable pero decisiva a la hora de la disputa de esos últimos y decisivos instantes terminales. 570 metros al 9,6% de pendiente media que acabarían coronando, con brillantez y superioridad notoria, al velocista australiano Michael Matthews frente a clasicómanos de la talla de Greg Van Avermaet y Philippe Gilbert entre otros. Pero esos últimos metros de infarto llevarían aparejado, contra todo pronóstico, un cambio en el liderato de la carrera, pasando el jersey amarillo, por tan solo 19´´, de nuevo a las espaldas de Froome.
Al día siguiente, domingo 16 de julio (15ª etapa) el Tour volvería a recorrer el macizo central en una etapa complicada, con un perfil plagado de dientes de sierra y un puerto de primera categoría a pocos kilómetros de la meta. Jornada atacante y ofensiva por parte de los segundas espadas de la competición para que por primera vez en este Tour se acabara imponiendo una escapada, siendo el neerlandés Bauke Mollema el vencedor en la localidad de Puy-en-Velay.
Llegamos a la jornada de descanso del pasado lunes 17 de julio, con todo aún muy igualado y pendiente de decidirse la práctica totalidad de los puestos de honor de este Tour, el llamado “top ten”, así la configuración del podio de París, y entre ellos el vencedor final de la carrera.
El martes 18 de julio (16ª etapa) el Tour ponía rumbo definitivo a los Alpes en una jornada a priori de transición que dejaría vencedor en Isère de nuevo al australiano Matthews y que el viento de costado durante los últimos kilómetros terminó por complicar, dejando cortados en un grupo secundario a hombres como Daniel Martin y Alberto Contador que, de nuevo, se ve apeado de la lucha por la general de la competición.
Y así el Tour llegaba a la primera de las etapas Alpinas. 183 kilómetros entre Le Mure y Serre Chevalier con la superación de puertos de la entidad de la Croix de Fer, el Telegraph y, como colofón, el temido col de Galibier de 2.645 metros de altitud.
Y sería de nuevo Alberto Contador el que en las rampas de la Croix de Fer lanzaba un ambicioso ataque en el que implicaba a los hombres más fuertes de su equipo. El madrileño, a más de siete minutos del líder de la general, gozó de cierta libertad de movimientos pero no pudo poner el merecido broche de la victoria de etapa a su incansable y siempre generoso esfuerzo, siendo en vencedor en Serre Chevalier el eslovaco Primoz Roglic. Mientras que por detrás los primeros clasificados de la general lo intentaban durante los últimos kilómetros del Galibier, con el francés Romain Bardet como ciclista más atacante el cual sin embargo no pudo distanciar un metro al líder Chris Froome que aguanta el liderato a falta de la última jornada de montaña de hoy jueves y una crono individual, el próximo sábado, a priori favorable para sus condiciones.
El Tour, como se dijo, entra en su fase decisiva, y el mítico Izoard y la contrarreloj individual de Marsella dictarán sentencia.