El Alzheimer es un enemigo común de la sociedad. Una sentencia que así puede parecer inicialmente pero que no deja de ser toda una realidad.
Hace treinta años era un problema familiar. Ahora es un problema sociosanitario de máximo alcance, un problema de todos, ya que cada vez hay más afectados y menos recursos.
En el Alzheimer, la edad no importa, una enfermedad que en 1990 ocupaba el puesto trigésimo segundo en enfermedades que generan muerte prematura o discapacidad, llegando hasta el noveno puesto en tan solo veinte años.
En la lucha contra el Alzheimer, es necesario que los profesionales sanitarios cambien de mentalidad y empiecen a pensar en hacer algo por el paciente, más que hacerle algo al paciente. Igualmente, todos los expertos coinciden en que hay que erradicar la visión parcial que se tiene sobre esta enfermedad, entendiéndola no como algo sanitario, sino sociosanitario. Por ello, en un problema tan complejo como este, es esencial la integración sociosanitaria, donde los profesionales de la sanidad y los de los servicios sociales deben trabajar en conjunto para atender a los pacientes que sufren Alzheimer así como dar asistencia a sus familiares, creando de esta manera un sistema eficiente en el que el paciente estaría mucho mejor atendido.
Es de vital importancia la detección precoz del Alzheimer en las primeras fases de deterioro cognitivo leve, por lo que la investigación y el estudio se convierte en irrenunciable para evitar la enfermedad. Porque ya se sabe que más vale prevenir que curar, sobre todo en una enfermedad como es esta del Alzheimer en la que aún queda mucho por conocer, especialmente en pacientes jóvenes.
El lunes fue el Día Mundial del Alzheimer y aquí en Jumilla, la Asociación de Familiares que padecen esta enfermedad se encarga de hacer todo el ruido posible para que no se pare de investigar y trabajar en esa ansiada vacuna que venga a poner algo de luz en un asunto que de momento, está demasiado oscuro.