En clave de sol by Gustavo López

He de reconocer que desde que el sábado bajó por última vez su persiana Lencina Decoración, no me acostumbro a ver su escaparate cerrado y empapelado de arriba a abajo presidido con un gran rótulo que anuncia su cierre definitivo.
No sé la historia de este establecimiento. No tengo constancia de cuándo abrió por primera vez, ni tampoco las etapas que ha ido atravesando. Pero lo que sí sé, es que a lo largo de toda mi vida, he visto siempre esta enorme tienda ahí, en su gran bajo comercial con dos puertas y que daba la vuelta a la portería del edificio en el que se encontraba. Forma parte de todos mis recuerdos y cuando era muy pequeño, me gustaba entrar con mis padres a saludar a Ángel Lencina Maymó, un señor que era amigo de mi familia y que junto a su mujer, Antonia, regentaba este establecimiento como seña del regalo y la decoración, y que en cada Navidad, nunca faltó a cumplir con la tradición de regalarnos un calendario con su nombre, por eso me lo sé, que durante todo el año presidía la principal estancia de mi casa.


De hecho, cuando le preguntabas a alguien que tenías que hacer un detalle, o que necesitabas algo, o se acercaba la hora de realizar un regalo, la respuesta siempre era la misma: Pásate por Lencina Decoración y te solucionan la papeleta.
Ángel y Antonia, y ahora su hija Maribel, han sido siempre un referente que tuvieron en las listas de bodas su gran reclamo. Aunque el cambio de los tiempos les hizo tener que adaptarse en esta última etapa ya que la cosa en el tema matrimonial y en su organización, ya no son lo que eran.
La vida pasa, y seguro que muy pronto veremos allí otro establecimiento. Quizá otra tienda dedicada a menesteres diferentes, pero siempre, aunque vayamos a comprar ropa, comida, o se convierta en un banco, diremos que vamos a Lencina Decoración. Porque tendrán de pasar muchos años para que se nos borre la imagen de sus escaparates llenos de cientos de cachibaches y chirimbolos de todos los estilos.
El comercio minorista de un pueblo es el principal activo para mantener vivas la calles. Es la sangre de las arterias urbanas y por eso, cuando uno cierra, aunque se sepa que otro llenará su espacio pronto, no deja de representar una pena aunque sepamos que todo esto forma parte de la ley de vida que nosotros mismos nos imponemos.
Ahora a disfrutar del merecido descanso. Gracias por vuestro trabajo de tantos años.