En clave de sol. Gustavo López

La polémica de este año en torno a la Semana Santa se ha centrado en los cambios de itinerarios y adaptación de horarios. De hecho, a pesar de que la alcaldesa de Jumilla, decía con muy buen criterio en el acto del nombramiento del Nazareno de Honor de este año, que la noticia de este año fuera única y exclusivamente la vuelta de las procesiones a la calle, parece que la cabezonería que nos caracteriza muchas veces, no le va a hacer caso a la máxima autoridad, y en lugar de que la comunidad nazarena se centre en lo verdaderamente importante, ha decidido mantenerse cada parte en sus trece y el que más pueda, que se la lleve.
Por eso, después de escuchar a unos y a otros, me atrevo a proponer a los mandamases de la Junta Central que, para evitar problemas de itinerarios, que todas las procesiones discurran por la calle principal. Sí, han leído bien. Que vayan siempre en línea recta, saliendo desde Santa María hasta el Pipa y viceversa. Así, se quitarían finales de itinerarios donde dicen que no hay público y por eso hay que acortarlas. Además, al poner un recorrido fácil, también habría menos cortes y por lo tanto, la organización sería igualmente mucho más sencilla.

He participado como integrante o como espectador en algunas otras fiestas de las muchas que se celebran en otras poblaciones, y en todas, el denominador común es disfrutar de la calle, dormir poco, descansar menos y colocar a la vista de todos, una puesta en escena espectacular. Sin embargo, en Jumilla se decide acortar los recorridos, y ‘tomar medidas’ para que las cosas duren menos, en lugar de lo contrario que sería lo más lógico. Ya que Semana Santa es una vez al año y por un lado estamos deseando que llegue, y por otro, que se acabe. En fin, me quedo ojiplático.
La Semana Santa de Jumilla celebra este año su primera edición en la calle con la categoría de Internacional y no entendería nadie que, después de dos años esperando este momento, ahora que por fin tenemos la oportunidad, nos pongamos en otras historias que ni benefician, ni aportan nada.
La Junta Central, como su nombre indica, debe de unir y amalgamar a todos, ya que, con 20 hermandades, lo que está claro es que se dan múltiples sensibilidades, pero eso no debe de convertirse en unos contra otros haciendo política de la mala.