José Andrés Alcolea. Párroco de San Juan Bautista
La Epifanía del Señor es una celebración cristiana. Etimológicamente, la palabra “epifanía” significa “manifestación”, y referida al Señor corresponde a los momentos en que Jesús se manifiesta o revela al mundo. Habitualmente se identifica con el día de Reyes, sin embargo en la tradición cristiana existen al menos tres momentos en los que Jesús se manifiesta: La Epifanía a San Juan Bautista durante el Bautismo en el río Jordán, la Epifanía a sus discípulos en las Bodas de Caná y la Epifanía a los Magos de Oriente, formando así parte de las celebraciones litúrgicas de Navidad.
Originalmente se celebraba en esta fecha el aumento de la luz solar tras el solsticio de invierno, como acontecimiento asociado a la llegada de la luz y al fin de las tinieblas. La Epifanía a los Magos de Oriente se hizo coincidir con las celebraciones consideradas paganas que adoraban al sol.
En la doctrina católica, el Niño Jesús se revela ante los Magos, representantes de otras civilizaciones y del mundo pagano, que lo identifican como el Mesías. La llegada de un Salvador había sido anunciada en varios textos del Antiguo Testamento por lo que este momento es de gran importancia (Mt 2, 10-11)
Aquellos Magos eran reyes de territorios orientales que llevaron como regalo oro, incienso y mirra para el Rey de Reyes: El Niño Jesús
Los Reyes Magos ofrecieron tres regalos al Niño Jesús: El oro propio de Reyes, reconociendo al recién nacido como Rey de Reyes en su reino de amor, de justicia y paz
El Incienso, como ofrenda que antiguamente se ofrecía a la divinidad, con esto quedaba de manifiesto la Divinidad del Niño como Dios y Señor Nuestro y de todo lo que existe
La mirra, sustancia que se untaba en los cuerpos de las personas que morían. Con esto manifestaban que Jesús también es hombre y que habría de morir para salvarnos