En clave de sol by Gustavo López
La perfección no existe, pero a la hora de hacer cosas, es lo que solemos perseguir. Por eso, a pesar de tener claro que nunca la alcanzaremos, trabajamos con ese objetivo, y día a día es lo que hacemos para mejorar e intentar conseguir la excelencia.
Con esta máxima, entiendo que se organiza la Semana Santa de Jumilla desde la Junta Central, Ayuntamiento y Asociación de Tambores. Y por eso, una vez que ha acabado este año, corresponde hacer balance, mirar hacia adentro y poner sobre la mesa todo lo que sea mejorable. Solo de esa manera será posible ir acercándonos a la perfección.
Yo no soy nadie, solo un ciudadano más que he visto todas las procesiones y muchos de los actos que las rodean, y que, de forma humilde, pues tiene una opinión que de, forma constructiva, me gustaría compartir.
De forma general, considero que la Semana Santa de 2023 ha sido mejor que la del año pasado, que la verdad es que fue bastante deficiente. Supongo que el buen tiempo ha contribuido a ello, y además, algo se habrá aprendido e intentado mejorar.
Empezando por el principio, si el Vía Crucis de Viernes de Dolores lo queremos llamar ‘solemne’, habría que darle un plus, y no solo limitarnos a sacar los estandartes y las imágenes a la calle en sus tronos, con menos altares que cuando se empezó, y punto y final.
En cuanto a los traslados, hay demasiados diría yo, y cuando algo abunda, se pierde el interés, ya que se han multiplicado por 10 los que había hace tan solo unos pocos años.
Martes Santo, que siempre ha sido una procesión que ha rozado precisamente la perfección, este año ha sido lenta, pesada de más, y donde ha habido un exagerado número de penitentes, lo que quizá haya desvirtuado el concepto de esta procesión.
En cuanto a la música es urgente ya la creación de una comisión que controle qué se toca, con qué pasodoble se desfila, por ejemplo, Viernes Santo por la noche, y sobre todo que fomente y defienda la banda sonora original de la Semana Santa de Jumilla. Este año ha habido muchas más agrupaciones musicales, pero el ‘silencio’ de Viernes Santo por la mañana no es de recibo. En cuanto a las Manolas, penden de un hilo y requieren de una puesta en común urgente. El sábado de la Redención habría que analizar su duración, lentitud y parones, no se hace atractiva.
De todo, me quedo sin duda con viernes por la noche, que fue solemne, fluida y hermosa. Las hermandades se la tomaron en serio, y eso se notó. Ahora a analizar y a mejorar.