Editorial

El final de la Feria y Fiestas Patronales de Jumilla marca igualmente el inicio del nuevo curso. Tras semanas muy intensas y después de unos lógicos días donde la actividad se ve notablemente rebajada, todo volverá a la normalidad, que por otro lado, tampoco está mal, ya que si se mantuviera este alto voltaje todo el año, tendríamos más de un apagón mental.
Por eso, es importante que se ponga sobre la mesa un balance de estas fiestas por parte de todos los implicados. Pero es vital que se haga de forma sincera, que no sea de cara a la galería, sino que sirva para mejorar. Y para ello, hay que huir de la autocomplacencia, ya que una cosa es que las calles hayan estado llenas, que la participación haya sido muy alta tanto por parte de los colectivos como del público asistente y otra muy diferente es decir que todo ha sido perfecto.

Porque efectivamente, los conciertos han sonado, las luces han brillado, las cabalgatas han desfilado, la Virgen se ha agasajado, los fuegos de artificio han estallado, pero eso es quizá la parte más externa. Hay que entrar en el meollo y sobre todo hay que salir de la zona de confort y escuchar más por la parte de fuera que a nosotros mismos (Me refiero a los propios colectivos). Deben recibir críticas, opiniones, ideas y visiones diferentes a las que se ven desde dentro y así seguro que se cambiarán muchas cosas a mejor.
Como decía al principio, la Feria ha acabado y ahora corresponde entrar de lleno en el análisis y huir del “qué bueno soy y qué bien ha salido todo”.