En clave de sol by Gustavo López

La retransmisión de las campanadas de fin de año es uno de los momentos televisivos más esperados en España, y este año en TVE se vio envuelta en una inesperada polémica que, después de ver varias veces el ‘famoso’ momento, la verdad es que no termino de encontrarle el sentido.
La humorista y actriz Lalachús, en un momento de su intervención como copresentadora de esta retransmisión junto a Broncano en el ente público, mostró una estampita con la imagen del Sagrado Corazón, pero con un montaje que sorprendió, ya que la cabeza de Jesucristo se sustituyó por la de la vaca del popular programa Grand Prix.
Como era lógico, no creo que nadie esperara lo contrario, era algo previsible, y la ocurrencia ha generado un torrente de reacciones que desatan un debate sobre los límites del humor, la responsabilidad de la televisión pública y la necesidad de respetar la diversidad de creencias.


Una vez analizado el tema, nos encontramos con los que piensan que se trata simplemente de una broma típica del tipo de humor que la susodicha actriz ha cultivado a lo largo de su carrera, que suele rozar lo irreverente. También están los que consideran que tuvo un claro propósito de parodia, buscando ridiculizar, distorsionando lo sagrado, una falta de respeto hacia los creyentes.
Hay que tener en cuenta que, para los católicos, el Sagrado Corazón es una de las imágenes más simbólicas, no es algo trivial o sin importancia. Por lo tanto, después de comprobar que la audiencia fue importante, y que la burla estuvo, es lógico el malestar generado.
Yo me considero un defensor convencido del humor, de la libertad de expresión, pero también del respeto, y sobre todo cuando hablamos de respetar creencias o sentimientos. Porque lo ocurrido podría haber quedado en una simple broma si enseña una estampa con la imagen de la vaca del Grand Prix. El problema llega con el montaje que, seas cristiano o no, creyente o ateo, el momento no fue respetuoso, ni apropiado y una vez que se ha comprobado la repercusión que ha tenido, alguien debería de decir algo, una disculpa o al menos una explicación, ya sea por parte de la televisión que pagamos todos o por la propia humorista que pidió respeto y ser valorada a pesar tener unos kilos de más, y al final se pasó el respeto que solicitaba, por semejante parte, muy cerca del arco del triunfo.