Enfermero pediátrico en el Hospital Gregorio Marañón durante la pandemia.

LOLA TOMAS

La emergencia por coronavirus está haciendo que a esta redacción lleguen testimonios de profesionales de la sanidad que han vivido en primera persona las trágicas circunstancias, en muchos casos, de las consecuencias de la Covid-19.
Es el caso de la experiencia que cuenta Jesús Antolí García, un enfermero que desarrolla su labor profesional en Madrid, actualmente en un centro de salud de Goya, pero que meses antes se encontró inmerso en plena crisis sanitaria en el Hospital Gregorio Marañón donde trabajaba en pediatría que es su especialidad.

COVID-19

Tras decretarse el Estado de Alarma, el enfermero se vió abocado como el resto de sus compañeros a prestar su atención en las urgencias de adultos que se encontraban colapsadas. Su primera misión fue acudir a la sala de espera, donde Jesús Antolí pensaba que estaría “lo menos malo”, aunque nada más lejos de su intención ya que allí tomó contacto por primera vez con enfermos que iban a ser o bien dados de alta, o bien trasladados a planta para su ingreso o directamente al pabellón de IFEMA, porque ya no había sitio.


Tres enfermeros para cuarenta y seis pacientes, colapso, falta de protección, horas y horas de trabajo sin descanso y finalmente contagio, aunque ya curado y sin problemas.
Asegura que todo esto le ha servido para crecer a nivel personal y profesional aunque ha pasado miedo y emocionalmente ha sido todo “muy duro”.