Con despedida y agradecimiento para las hermanitas de los ancianos

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Las obras de reforma comienzan en breves días por tanto la reapertura podría estar muy cerca

La capilla de la Residencia Santa Teresa de Jesús Jornet, más conocida como el Asilo de Ancianos, acogía el pasado domingo la última misa antes del cierre previsto de esta institución.

A la misma asistieron, Juana Guardiola Verdú, alcaldesa de Jumilla, junto a Francisco González, concejal de Obras y Servicios, así como representantes de distintos colectivos religiosos, como miembros de Cáritas Jumilla, de la delegación de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes, el Grupo de San Juan Bautista y el presidente de la Junta Central de Hermandades de Semana Santa, Fulgencio García. No faltaron a este último oficio religioso los extrabajadores del Asilo, voluntarios y miembros de la Asociación de Vecinos del Barrio de San Antón.

Todos ellos pusieron de manifiesto tras la misa que era un momento para el agradecimiento hacia la labor de las monjas que han estado al frente del Asilo durante tantos años ocupándose de los ancianos desamparados.

Por parte de Cáritas Jumilla, Jose Abellán le hizo entrega de una placa a las monjas como recuerdo de su paso por allí y en agradecimiento a su labor. El presidente de la Junta Central de Hermandades de Semana Santa, Fulgencio García, manifestaba también a Siete Días que era un momento bastante duro, pero destacaba igualmente la labor social de las hermanas al frente del Asilo y para los más desfavorecidos.

Para la madre superiora, la hermana Edelina, lo peor de todo, señalaba a los micrófonos de Siete Días Radio, ha sido tener que decir a los ancianos que se tienen que ir, pero al tiempo manifestaba que probablemente las obras de reforma comenzarán pronto, lo que significaría que la reapertura no se alargará mucho.

La alcaldesa de Jumilla, Juana Guardiola, presente en la misa, mostró en primer lugar el agradecimiento a la labor de las monjas y manifestaba a la pregunta formulada por Siete Días, acerca de una próxima reapertura, que suponía que en los próximos días los nuevos dueños del edificio, informarían sobre el futuro de la institución.

La eucaristía estuvo oficiada por el padre Blas a quien acompañaron en la celebración de la misma los padres franciscanos del Monasterio de Santa Ana. Fue un acto religioso en el que se respiraba una gran emoción contenida por parte de los fieles, en tanto que el oficiante manifestaba estar “un poco asustado” por la cantidad de asistentes a la misa de ese domingo. Igualmente contestaba públicamente a la pregunta de si se iba a oficiar misa el próximo domingo, a lo que manifestaba a los fieles, que si oían las campanas, sería señal de que habría misa.