Artículo de colaboración

Pascual David Muñoz Álamo. Policía local y criminólogo.

Si existe alguna de las suertes más bendecidas en este mundo, es la que la vida nos proporciona. Una suerte de la cual tú no decidirás, si en esta o en aquella familia debo estar, tu luz será la de iluminar a una madre que con su gestación habrá vivido unos meses de frecuentes y bruscos cambios.
A nivel emocional las hormonas sean amotinado. Si han adquirido esos momentos contigo es porque al final la complicidad existente entre ambos ha marcado la pauta existencial. Será fácil cuando lleves años en sus brazos y con sus miradas cómplices y oídos abiertos que escuches de su voz, que existía una distancia, unas milésimas de segundos entre el humor y el cambio al llanto, o de la euforia al mal humor.


Esa heroína, esa valiente, esa mujer hechizada, esa que está por ti y para ti, esa que se deslumbra por cada conexión que realizáis al miraros a los ojos, se embelesa solo con oír tus gemidos, gruñidos o ruiditos extraños. Fijate que ahora hay estudios que avalan que vuestra relación o vínculo ya empezó meses atrás, precisamente en el útero materno. Que si durante el embarazo tu madre te brindo una atención primordial y la sonrisa de pensar en tu venida le reconforto todos los días, te auguro una conexión sincronizada y mágica con ella.
En el otro extremo encontramos lo opuesto, un bajo nivel de apego si la madre sufría depresión o un bajo estado de ánimo o existían hechos o episodios lo suficientemente duros que la descentraban, ahí el embarazo recibe una serie de malas vibraciones.
Pero seas, de uno u otro extremo, eres afortunada o afortunado. Nacemos todas y todos, es una perogrullada, de unas mujeres. Aquellas a las que debemos rendir el mayor de los honores, no lo olvides por favor.
El día que jugando caes en el parque y unas lágrimas brotan de tus ojos, un pañuelo y un abrazo de la que siempre está, tendrás. Cuando seas adolescente y quieras brillar en solitario, no olvides, que novios y novias siempre vienen y se van, pero la familia y una madre en silencio, apaciguada y amorosa siempre te esperará.
Tenle el respeto necesario que se ha ganado a pulso, serás el ejemplo en un futuro de lo recibido, jamás olvides la fecha de su cumpleaños, ella no olvidará la tuya. El amor de una madre a sus hijos no hay balanza que pueda pesarlo.