La década de 1970 fue testigo de la demolición de varios edificios históricos, situación que cambió en los ochenta

De la pérdida de multitud de casonas en la calle Cánovas a la conciencia de la importancia de su conservación

Reportaje de J.J. Melero

Durante las décadas de 1960 y 1970, España vivió una transformación urbana acelerada. El desarrollismo trajo consigo crecimiento económico, modernidad y nuevos edificios, pero también la pérdida de buena parte del legado histórico de muchas ciudades. Jumilla no fue una excepción. En aquellos años, el ansia de progreso llevó a sustituir históricas casonas por construcciones modernas, sin que apenas se tuviera en cuenta su valor arquitectónico. La idea dominante era mirar hacia adelante, no hacia atrás.
La calle Cánovas fue víctima de ello, donde además de permitirse estos derrumbes, se autorizó la construcción en estos solares de edificios de hasta siete alturas y de diferentes gustos y estéticas que rompieron con el estilo decimonónico que le daba unidad a la zona noble de la ciudad hasta ese momento.


En los setenta se construye, entre otros, el edificio del Banco Popular, nada acorde con el entorno. Ya al final de la década coinciden en el tiempo las demoliciones de las históricas casonas de la antigua Cámara Agrícola, junto al Teatro Vico, y del antiguo Banco Hispano.

Otros ejemplos, no muy lejos de allí, es la pérdida del edificio del antiguo Correos (esquina avenida de la Asunción) o dos de las casas que hacían esquina con la calle Dionisio Guardiola.
Sin embargo, en la década siguiente todo empezó a cambiar. La Ley de Patrimonio Histórico de 1986 marcó un punto de inflexión. Quienes habían permitido el derribo de la historia empezaron a protegerla y pronto se despertó una conciencia totalmente opuesta. Conservar no era frenar el progreso, sino darle raíces.


En Jumilla, ya incluso antes de la aprobación de esta ley se entendió el cambio de pensamiento con el propio edificio del Ayuntamiento. En 1984 se restaura el edificio mediante un proyecto del arquitecto local Salvador Moreno y se le instala la actual balconada, recuperada de una casona en calle Canalejas.


En la década siguiente, otra de las grandes apuestas por la rehabilitación se centró en el Antiguo Palacio del Concejo. Tras varios años cerrado, apuntalado y al borde de la ruina, se convocó un concurso de ideas para instalar en él la sección de Arqueología del Museo Municipal, que ganan Enrique Nieto y Fernando de Retes. La obra se ejecutó entre 1996 y 1997 e incluso fue premiada en 1999 y 2012.


Aunque queda trabajo por hacer, desde entonces se han rehabilitado y conservado multitud de edificios históricos, tanto privados como públicos.
Los más recientes en el tiempo y destacados por su gran inversión pública han sido la Casa Pérez de los Cobos, un palacio renacentista que fue adquirido por el Ayuntamiento en 2009 y rehabilitado para convertirse en la Casa de la Música y Legado de las Artes entre los años 2021 y 2023; así como el Museo del Vino de Jumilla, que se instaló en las antiguas naves de espartería de El Arsenal, que datan de 1908 y fueron rehabilitadas para uso museístico. Esta intervención combinó memoria industrial, vitivinícola y patrimonial.


Hoy ya no hay vuelta a atrás, pero en su momento no fue fácil. Todas las ciudades de España perdieron patrimonio en mayor o menor medida y Jumilla no fue menos. Pero ya es historia.