Editorial
La Patrona de Jumilla, la Virgen de la Asunción, ha iniciado ya su particular periplo por las parroquias de la localidad de forma previa a la celebración del fervor y la alegría de las fiestas patronales, en las que se entrelazan historia, cultura y también devoción.
Y es que hagamos lo que hagamos, y pase lo que pase, la figura de la Virgen no debe quedar relegada frente a otros elementos o connotaciones festivas. Debemos de tener siempre muy presente que la Virgen de la Asunción no es un adorno de nuestras fiestas, sino que es su razón de ser. Nos guste más o menos.

Actos como los traslados, la solemne procesión, la misa patronal de su festividad o la tradicional ofrenda de flores no deben verse como simples tradiciones que hay que seguir haciendo año tras año. Es importante que la devoción no se diluya entre tanto ruido. Porque las fiestas pueden y hasta incluso deben evolucionar, pero nunca debemos consentir que pierdan su alma.
Con esto nadie quiere decir que hay que apartar lo lúdico, sino que hay que poner en el centro lo que tiene que estar ahí, y alrededor, el resto, siendo éste un mensaje que tristemente hay que recordar, si no queremos entre todos conseguir un programa de actos vacío, sin sentido o simplemente quitar el apellido ‘patronales’ a unas fiestas que quedarían huérfanas.
Jumilla se prepara para vivir sus días grandes de agosto con alegría, pero también con el compromiso de honrar a la patrona, la Virgen de la Asunción, así de sencillo, y al mismo tiempo, así de complicado.