No hay antecedentes documentados con un número de hectáreas afectadas tan amplio como la del 10 de mayo

En los años noventa el campo jumillano fue víctima de dos pedriscos muy dañinos con apenas mes y medio de distancia

Reportaje de J.J. Melero

La tormenta de granizo que sufrió Jumilla el pasado sábado 10 de mayo pasará a la historia como la que mayores daños ha causado en el municipio desde que existe documentación. Así lo indicaban los agricultores y así lo certifican las hemerotecas.
No hay datos de ningún pedrisco que afectara a una cantidad similar a la de 22.000 hectáreas de cultivo, como ocurrió con la tormenta de hace dos semanas. Las granizadas más destructivas datan de 1939 y 1993, ambas ocurridas a finales de agosto, pero ambas muy lejos de esas cifras.
Curiosa es la de 1993 porque fue doble. Es decir, el campo jumillano fue víctima de dos pedriscos con poco más de mes y medio de distancia entre uno y otro. El primero de ellos ocurrió el 1 de julio y el granizo llegó a alcanzar 40 centímetros de altura, siendo del tamaño de una castaña, según la noticia publicada por el diario La Verdad.


El suceso se repetiría el 24 de agosto. Se habla ahora en el mismo diario regional de 3.000 hectáreas afectadas, toda la parte noroccidental del término municipal. Los parajes más dañados fueron La Alquería, Pino Doncel, El Viso, La Hermana y Lomas de Hellín. Casualmente eran diferentes a los de mes y medio antes. Los cultivos peor parados fueron los de vid y oliva, así como algunos frutales tardíos. Las pérdidas se cuantificaron, entonces, en más de 500 millones de pesetas (3 millones de euros).

Como huevos de paloma

Piedras como huevos de paloma. Así titulaba, a cinco columnas, el diario Línea el episodio de granizo ocurrido el 31 de agosto de 1939 en Jumilla. El espesor del pedrisco acumulado fue entonces de 25 centímetros y destrozó “la mayor parte de los cristales de edificios públicos y viviendas particulares”, según se relata en la noticia publicada al día siguiente.
No se detalla el número de hectáreas afectadas, pero sí que fueron “las más fértiles en viñedos y olivos”. El coste de las cosechas perdidas se cuantificó en aquel momento en medio millón de pesetas (3.000 euros). Algunos de los parajes más afectados fueron los del Prado, donde se perdieron abundantes frutas, verduras y legumbres, al tratarse de una zona de huerta.

A perro flaco…

Esta tormenta fue especialmente dañina en la población, ya que a las carencias de alimentos generalizadas en una España recién salida de la Guerra Civil, se unían ahora las provocadas, en el caso de Jumilla, por esta gran granizada.
Como bien dice el refrán ‘a perro flaco, todos son pulgas’. Apenas ocho días antes había descargado sobre el término municipal jumillano otra imponente tormenta, aunque sin granizo, pero cuyas aguas llegaron a alcanzar los 12 metros altura a su paso por el Puente del Poyo, según relatan los medios de comunicación de la época.

La de 1913, menos conocida

Del 25 de julio de 1913 data la mayor riada documentada en el municipio, aunque en aquel caso sin protagonismo del pedrisco. Sin embargo, por su cercanía en el tiempo con aquel episodio de agua tan relevante, se ha hablado mucho menos de una tormenta de granizo ocurrida apenas unas semanas después. En concreto, el 9 de septiembre y también llevó consigo daños de consideración en diferentes cultivos e incluso en la vía férrea que unía entonces Jumilla con Yecla.