Editorial

Está claro que los tiempos cambian y que muchas cosas que valían antes, pues ahora ya no sirven, precisamente por eso, porque todo cambia, los gustos, y hasta las costumbres dejan de serlo.
Eso es quizá lo que le esté pasando al Carnaval de Jumilla, que poco a poco se ha ido reconduciendo y llevando hasta donde lo tenemos, y por muchos intentos que se hagan pensando en mantener lo que se tenía (que se han hecho), pues es imposible, al final parece que ya no es tiempo de mascarones, ni de bromas, ni mucho menos de llenar la calle del Calvario o pelearse por un higo seco colgando de un palo al son del conocido sonsonete.


Jumilla tenía antes bailes de Carnaval, incluso el martes se llegó a hacer fiesta local, y la muchedumbre era masiva a pesar a veces de ir acompañada de lluvia o de un intenso frío.
Pero ahora todo se reduce al sábado tarde-noche-madrugada, y el lunes, con los colegios. Lo demás parece haber pasado a la historia, y eso todo apunta a que no va a volver. Ya ni está si se le espera. Pero esto no quiere decir que no haya que poner los mimbres para que nuestro pueblo pueda contar con grupos carnavaleros, comparsas o incluso alguna chirigota. Han surgido en muchas poblaciones y hasta en pedanías, lo que ha propiciado que esta fiesta no sea al libre albedrío, sino que este organizada y coordinada, algo que sigue siendo una asignatura pendiente que solo depende de nosotros, los ciudadanos. De nadie más.