Llevó ‘Regalos de Amor’ desde Jumilla a Senegal
Fotografa y periodista jumillana
Sentirse parte de una ONGD que sabes que realmente está ayudando, es algo a lo que no se le puede poner precio. Saber que hay una pequeña comunidad que necesita ayuda y poder dársela en primera persona, tampoco lo tiene. Así comenzó mi experiencia voluntaria en esta ONGD.
Regalos de Amor es una ONGD de carácter benéfico y asistencial que está actualmente asistiendo a personas en materia social, educativa y de salud. Nació hace 4 años en Elche, con María Rosario Cases Arce, alma máter de este gran proyecto, que está devolviendo la dignidad a las personas, en el pueblo de Medina Demba Billo, en la región de Kolda, al sur de Senegal. Durante estos cuatro años, Regalos de Amor ha ido creciendo, y ya consta de delegaciones por casi todo el territorio español; Elche, Alicante, Murcia, Sevilla y Navarra, además de la existente en Dakar. Todo, movido por voluntarios que están dedicados a ella con la única voluntad de dar su corazón y su tiempo, para recaudar fondos que van íntegros a los trabajos con estas comunidades, no hay sueldos ni “gastos de empresa”.
¿En qué momento decido formar parte de ellos?
Conocí a María Rosario en un acto deportivo al que fui a hacer unas fotografías para un periódico. Las incompatibilidades laborales me impidieron ir al terreno anteriormente con otra ONG, pero esta vez iba a ser diferente.
Estuvimos hablando sobre los trabajos que realizaban y vimos que mi perfil podría encajar en las necesidades de Regalos de Amor, y además, también me contó que en junio de 2017 viajaba a realizar obras en la escuela, y que el plan era volver en octubre para seguir con la rehabilitación. Estábamos en el mes de marzo, y mis “vacaciones” en África en el mes de octubre podrían ser viables… cuando me quise dar cuenta, era septiembre, y ya estaba poniéndome las vacunas para viajar.
Nos vamos a Senegal
El 1 de octubre cogimos el vuelo hacia Dakar, Senegal. Tras el extenuante viaje (dos aviones, horas de espera en aeropuertos…), nos esperaron los voluntarios locales para ayudarnos con los más de 150 Kg en ayuda que llevábamos en las maletas entre los tres voluntarios y la presidenta de la ONGD.
Al día siguiente hicimos compra para un mes, (comida de estilo europeo), y partimos hacia la selva, lo que nos llevó 10 horas de coche por carreteras plagadas de vacas, cabras, de carros, autobuses con gente subida en el techo y otras cosas, que nunca pensaba que iba a llegar a ver.
Y llegamos al pequeño poblado de Medina Demba Billo.
Todavía se me eriza el bello cuando recuerdo el sonido de los tambores y los cantos y bailes cuando nos aproximábamos al pueblo. Sonrisas, abrazos, alegría, colores, calor… Muchos de ellos, no habían visto en su vida a otra blanca que no fuera María Rosario y, en una cultura en la que apenas se tocan, a nosotros nos acogieron como si fuéramos conocidos de toda una vida, que se vuelven a ver tras años.
A partir de ese día, comenzaron los repartos de ropa, de medicinas y materiales de cura, los trabajos de finalización del colegio y la campaña de revisión óptica, en la que se graduó la vista a más de 160 personas y se les entregó gafas graduadas que llevamos desde España a más de 120. Gafas por cierto, que devolvieron la visión a personas que para graduarse la vista, tendrían que trasladarse durante más de 5 horas de transporte (si es a motor) y subidos en un burro o caballo, no me atrevo a calcular el tiempo, para ir a una óptica.
Mi trabajo en este viaje fue fotografiar y grabarlo todo, dando cobertura a los trabajos a través de las redes sociales, sobre todo Facebook. Creedme que fue complicada la tarea estando en una selva en la que no hay agua, ni luz, ni “datos”. Me hablaron de un árbol al que a veces llegaba “una rayita”, pero no tuve esa suerte. Por lo que me las ingenié para ir en moto cada dos días a Davo, a 30 Km de nuestro poblado, donde sí pillaba cobertura 3G. Y así, lidiando un poco con la incomunicación, iba enviando las novedades a nuestros voluntarios y delegaciones, sobre cómo iban los trabajos por allí. Finalmente y casi sin darnos cuenta, llegó el día de la vuelta y esta vez, hubo fiesta, pero también lágrimas.
Nunca puedes imaginarte lo que un viaje como éste puede llegar a cambiarte. No hay palabras, no hay forma de describir lo que es hacer una familia más, en menos de un mes. Una acogida como la que nos dieron, a unos cuantos blancos locos, que nos fuimos a la nada a intentar ayudarles a tener unas condiciones más dignas. Fue una experiencia dura físicamente, (mosquitos hambrientos, más de 45º C con los que el cuerpo está sudando incluso cuando duermes, y algún problemilla digestivo), pero volvimos con distintos ojos y con el corazón mucho más grande.
Quiero desde aquí, darle las gracias a mi nuevo “hermanico negro” Sory, a Pierre, a Demba, a Ignacio, a Kaiss y a María Rosario por darme la oportunidad.
Animo a todos los lectores de Siete Días Jumilla a seguir los trabajos y la actualidad de la ONGD a través de su perfil en Facebook “ONG Regalos de amor”, que es la que actualmente estoy gestionando, y disponemos también de un canal en Youtube con el mismo nombre, Twitter e Instagram. Y por supuesto la página web regalosdeamor.org
Gracias por darme la oportunidad de contar mi historia y mi experiencia, que recomiendo a todo el mundo.