En clave de sol

Quiero dedicar este artículo a los muchos jumillanos que se involucran en los colectivos, gente que invierte su tiempo y cuyo pago es la satisfacción cuando las cosas salen según lo planeado, y mucho más, cuando le dan unas simples palmadas en la espalda o les dicen: “Muy bien, muchas gracias”. Y es que las cosas no suceden por casualidad, y aunque una gran mayoría lleguen a participar a mesa puesta, que nadie se crea que todo aparece por arte de magia, ya que los tiempos de birlibirloque, del que mucho hemos oído hablar, no existen, y si detrás de las cosas no hay trabajo, al final nada sucede porque sí.
Son muchas las veces que hemos escuchado eso de que en Jumilla existen muchas asociaciones, que disfrutamos de una ingente cantidad de actos culturales, deportivos o sociales que se encargan de organizar decenas de juntas directivas, de cabezas pensantes que no paran de maquinar, y que con su especial implicación, lo que hacen es trabajar altruistamente, quitar horas a su familia, a su trabajo, e incluso poner dinero de su bolsillo, para que la gran mayoría podamos divertirnos, participar en las fiestas, tomar parte en pruebas deportivas, o disfrutar de un gran acto sentado plácidamente en una butaca.


Por todo, quiero poner de manifiesto y reconocer el trabajo que hay detrás de cada acto y que no se ve. Porque las grandes aglomeraciones, las asistencias masivas, y los aforos completos, no se dan por azar ni por casualidad. Siempre hay alguien detrás que las promueve y las convoca. Una casualidad es que en el cine se te siente al lado la última persona que quisieras ver en esta vida. A todos nos ha pasado estar en otro país y de repente encontrarte con alguien de Jumilla en el mismo hotel que teníamos reservado desde hace meses o paseando en una excursión. Eso es casual. Inesperado. No hay nada ni nadie detrás. Pero en una gran celebración donde se reúnen miles y miles de personas, o cientos y cientos, y también decenas y decenas, hay mucho curro ahí.
Las cosas no se organizan en cuatro días: galas, concursos, exposiciones, premios, conciertos, festivales, un buen programa, la cartelería, comidas, cenas, horarios, itinerarios, desfiles, procesiones, plan de seguridad… Reuniones y reuniones y más reuniones, trabajo, trabajo y más trabajo echando horas y horas y más horas, para que todos lo pasemos a tope estando todo minuciosamente organizado. Nada es por casualidad, sino todo lo contrario.