En clave de sol by Gustavo López
Cada 25 de noviembre el calendario nos recuerda una verdad incómoda, como es que la violencia machista sigue siendo una herida abierta en el corazón de nuestra sociedad. A pesar de los avances legales, de las campañas, de los discursos y de la creciente conciencia social, los datos continúan golpeando con la fuerza de una realidad que duele. En pleno siglo XXI, miles de mujeres siguen viviendo con miedo, con el silencio como refugio forzado, y con la triste esperanza de que la próxima vez sea la última.
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer no es una simple fecha conmemorativa. Es un día de reflexión, de memoria y, sobre todo, de acción. Porque cada número en las estadísticas tiene un rostro, un nombre o una historia truncada. La violencia machista no distingue edades, clases ni lugares y es capaz de infiltrarse en lo cotidiano, se disfraza, se justifica, y llega a perpetuarse desde el desconocimiento o la indiferencia.

La sensibilización es, hoy más que nunca, una herramienta que puede cambiarlo todo y que por desgracia es muy necesaria. Educar en igualdad desde la infancia, promover relaciones basadas en el respeto mutuo y denunciar sin miedo los comportamientos que perpetúan la desigualdad son pasos imprescindibles para erradicar esta lacra. No se trata solo de reaccionar ante la violencia, sino de prevenirla, de desmontar los cimientos culturales y sociales que todavía la sostienen.
Resulta inconcebible que, en una era de avances tecnológicos, de conquistas sociales y de progreso en tantos ámbitos, sigamos enfrentándonos a la violencia por razón de género. La persistencia de este problema evidencia que la igualdad real sigue siendo un desafío pendiente. Mientras haya una sola mujer que sufra agresión, acoso o discriminación, la sociedad entera tendrá una deuda que saldar. Porque hoy en día, todo debería ser muy fácil, es decir, si dos personas quieren estar juntas, pues perfecto, pero si no es así, pues que se separen y punto, todo antes de llegar a la agresión física, verbal o sicológica.
El 25N nos interpela a todos: instituciones, medios, centros educativos, familias y ciudadanía. No basta con un lazo morado en la solapa ni con un minuto de silencio. Hace falta una actitud activa, una conciencia que se traduzca en compromiso, rechazo firme, y apoyo decidido a las víctimas.
Una sociedad que calla es cómplice, pero si se sensibiliza, educa, o actúa, camina hacia la justicia, la igualdad y el futuro.












