En clave de sol By Gustavo López
El sistema político que hay en España es la Monarquía Parlamentaria. Esta establece la separación de poderes, donde ninguno de ellos debe de tener preponderancia real o formal sobre los demás poderes, es decir, que de hecho y de derecho sean entre sí independientes. El Legislativo, Ejecutivo y Judicial son ejercidos por órganos de gobierno distintos y autónomos. La separación de poderes ha de servir de la mejor garantía democrática.
No obstante, esto resulta muy difícil cuando entre los mismos poderes se empeñan en recurrir unos a otros para conseguir un rédito propio. De hecho, hemos oído en muchas ocasiones hablar de una politización de la Justicia, cuando los partidos intentan sacar sopa y beneficio de algo que no deberían, ya que le hacen un flaco favor a la democracia.
Sin embargo, ahora estamos asistiendo al fenómeno contrario: no hay politización de la Justicia, sino judicialización de la política.
Por judicialización de la política entendemos el empleo de procedimientos judiciales con el fin de obtener rendimientos políticos, rendimientos que, en principio, sólo se obtienen por medio del juego democrático de los órganos representativos. Dicho de otra manera: para obtener una victoria política sobre el adversario, algunos partidos están acudiendo a procedimientos judiciales, especialmente penales, que tratan de deslegitimar o hundir al partido o al Gobierno contrarios.
Estas tretas torticeras pasan en todos los ámbitos. Lo vemos a nivel nacional casi a diario. En la Región de Murcia, tres cuartos de lo mismo. Y también a nivel local, donde la tensión es palpable, sobre todo e incrementada exponencialmente, después de la interposición de querellas criminales de un partido de la oposición al Gobierno local e incluso atreverse con funcionarios municipales, que después de ver el resultado, solo sirven para dar más trabajo a los jueces que se encuentran ya de por sí, megasaturados; para lograr algunos titulares cañeros; o para romper por la mitad una corporación que por el bien de los ciudadanos, debería de ir de la mano y trabajando unida.
Hay que politizar la política, y trabajar por el bien común sin atajos ni estrategias, ya que de esta forma les irá bien a todos, porque si tensas la cuerda, y se rompe, corres el riesgo de que te dé en toda la boca y se vuelva en tu contra.